Llegué a ti con un amor valiente,
pero quedé parado
como un monte en sus cimientos,
quedo y quedado como un árbol,
de pié, lívido y loco.
De lo poco que me queda
nada está en mis manos
y de lo poco que río
mi sonrisa es ajena.
Padezco un coma de bolsillo
y mi hambre es de subcontrata.
Derrumbado está mi amor mito por mito,
como un cuerpo verdecido
y por hacha matado,
raído como una ropa rancia
que se cae de añeja.
Sólo me queda la miseria
con su olor a tiempo,
y al límite una cruz como jalón
de tierra para ser abonada.
Me clava sus cristales
este camino encogido de hombros
que deja al descubierto su espinazo.
Me asustan sus linderos de corsé
con oleajes de tango.
Su rostro es la puerta de su alma vacía
donde está el cementerio
para mi muerte de día a día,
allí se ha instalado mi luz de nacido
y mi soledad de muerto.
Su alma perdió el relieve
como yo perdí el querer,
perdido y pisoteado,
Sólo el fruto está sano
si no conoce aguijón.
Y aunque me quiero salvar
sigo muriendo con esta muerte caliente
como de noche de agosto
porque el odio no se escapa arrastrado
o de puntillas por nosotros
cuando mis vehemencias se desgranan
en ruegos amantes.
Tu amor se quedó ciego
como un viento agrio
que descolgó mis goznes
cuando me dio su portazo.
Dolido y loco,
loco y sentido
como un payaso.
pero quedé parado
como un monte en sus cimientos,
quedo y quedado como un árbol,
de pié, lívido y loco.
De lo poco que me queda
nada está en mis manos
y de lo poco que río
mi sonrisa es ajena.
Padezco un coma de bolsillo
y mi hambre es de subcontrata.
Derrumbado está mi amor mito por mito,
como un cuerpo verdecido
y por hacha matado,
raído como una ropa rancia
que se cae de añeja.
Sólo me queda la miseria
con su olor a tiempo,
y al límite una cruz como jalón
de tierra para ser abonada.
Me clava sus cristales
este camino encogido de hombros
que deja al descubierto su espinazo.
Me asustan sus linderos de corsé
con oleajes de tango.
Su rostro es la puerta de su alma vacía
donde está el cementerio
para mi muerte de día a día,
allí se ha instalado mi luz de nacido
y mi soledad de muerto.
Su alma perdió el relieve
como yo perdí el querer,
perdido y pisoteado,
Sólo el fruto está sano
si no conoce aguijón.
Y aunque me quiero salvar
sigo muriendo con esta muerte caliente
como de noche de agosto
porque el odio no se escapa arrastrado
o de puntillas por nosotros
cuando mis vehemencias se desgranan
en ruegos amantes.
Tu amor se quedó ciego
como un viento agrio
que descolgó mis goznes
cuando me dio su portazo.
Dolido y loco,
loco y sentido
como un payaso.