
ÁRBOL SEDIENTO.
Yo te venero, árbol retorcido,
árbol retorcido, cíclico y sediento,
cántaro de la sangre mártir
esparcida por tu suelo,
a ti que debieras ser corinto
y blanco como sus huesos.
A tus ramas se asoman las almas cansadas
para llorar con el viento,
árbol fertilizado con pólvora
y apuntalado con hierro.
En ti venero el ADN.
segado por Marte y su viento,
y venero en tu angostura subterránea
el dolor de aquellos cuerpos
enterrados a tu sombra,
cobijados por tu cielo.
Y venero tu raíz soterrada,
pobre palma de mártires muertos
clavados en tus terrones
a fuego y plomo violento.
Y venero esa urdimbre
que mama su alimento,
a ti, pobre sudario de raíces
bandera noble del héroe anónimo muerto,
a ti que eres resurrección en primavera
y en el invierno sueño.
Cuando abrazo tu rugosa corteza,
cuando mi mano en tu chueca adentro,
percibo como un vibrar caliente
de aquel que está bajo tu suelo,
que se anuda febrilmente a mis zapatos
y con tus ramas me señala al cielo.
Cuantas lenguas parlantes
ocultas bajo tu suelo,
libertad gritan tus ramas
y mi corazón: recuerdos, recuerdos…
Pepe Martín.
4 comentarios:
Cuánta vida en tu poema Pepe. Me encantó leerlo y sentirlo. Amo los árboles también.
Cariños poeta.
DACUERDO CON RAQUEL CUANTAS LAS GANAS TUYAS DE VIVIR CON INTENSIDAD Y MOSTRARNOS TU VICION DE POETA... EXELENTISIMO
Gracias Raquel. Pues sí, amo a los árboles y añoro a los que los habitan debajo en este caso, Besitos, Pepe Martín
Gracias Gaviota, soy mediterráneo y por tanto algo temperamental, lindo tu mensaje, besitos, Pepe Martín.
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