
LARGO, CALIENTE Y CON AZÚCAR.
Recuerdo aquella barra caprichosa
con reflejos informales de neón.
Quebramos nuestra imagen en el asiento
y tomamos un largo, sólo y sin azúcar.
El aroma y los vapores palpitantes de Colombia,
la cafeína puso alocuciones en la lengua
alargando nuestro encuentro fortuito.
El ave de tu mano se incendió con un rubio,
y no sé si fue su nube por tus ojos
que deshiló su cola por tus labios,
o que tu iris viajó a mi pasión
como un pájaro de augurio,
quien me hizo anhelar la fragancia de tu boca
a tierra virgen, a prados locos ya olvidados,
a raíces en la sangre, sortilegios de pasión,
alfileres voluntariosos secos y con hielo
quienes poco a poco nublaron mi razón.
Y de piedra me hice espuma,
y de sombra agua de géiser,
y de labio sangre hirviente.
Aquella primera vez fue la consigna:
¡como nunca y como siempre!
y regresábamos siempre allí a la busca de un desvelo
que nos calmara todo el amor que nos quedó
largo, caliente y con azúcar.
Pepe Martín.