
LUNA LUNERA.
Perla fingida en el río,
Rosa la de los rosales,
comadre de anocheceres,
la luna tras los cristales.
Con su pudor de cuchillo
la luna mece su talle,
mientras la besa el chiquillo
que provoca sus achares,
y en la noche se sonrojan
sus mejillas como sangre,
mientras suspira una nube
que en hilillos se deshace.
-¿Quién pide peras al olmo?,
¿quién de amores se deshace?,
¿quién quiere verme en sus brazos
desvistiendo mis percales?,
¿quién de mi rayo de plata
me desata los ojales?-.
-Toma el calor de mi boca
donde puedas enervarte,
que a golpes de corazón
quiero poder calentarte,
llévame al arco de cielo
por donde tú te desplaces,
que en la tumba de un lucero
quiero poder aguardarte,
“pa” que me traigas la vida
cuando vuelvas a acercarte-.
Por el cielo caminaron
hielo y fuego, nardo y sangre,
sombras esconden los troncos
que critican con el aire,
y en las cuevas se escucharon
los gritos de las comadres.
En la falda de la luna,
un niño de jaspe yace.
Pepe Martín
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