LA VASIJA DE MI CUERPO
Esta vasija mía y su carcoma,
en mi noche se hacen negro abismo,
no es que no esté, no falto de mi mismo
con mi angustia y su máscara que asoma.
Tu deseada alma ahora toma
la forma de este vaso, mecanismo
que aligeró la marcha al exorcismo
de ser el condenado de tu poma.
Y eres Eva, serpiente que me anida
con su grave pecado consentido
fingiéndome ser crótalo sin vida.
Y no tengo sosiego ni una hora,
tan sólo aguardo estoico ser mordido
aunque quede partido y sin aurora.
Pepe Martín
Esta vasija mía y su carcoma,
en mi noche se hacen negro abismo,
no es que no esté, no falto de mi mismo
con mi angustia y su máscara que asoma.
Tu deseada alma ahora toma
la forma de este vaso, mecanismo
que aligeró la marcha al exorcismo
de ser el condenado de tu poma.
Y eres Eva, serpiente que me anida
con su grave pecado consentido
fingiéndome ser crótalo sin vida.
Y no tengo sosiego ni una hora,
tan sólo aguardo estoico ser mordido
aunque quede partido y sin aurora.
Pepe Martín