
EL ROCÍO Y EL VIENTO
Soy el viento de la duna
de pies arañados por el fuego,
quemado por el tórrido astro
y congelado de estrellas,
Mis valles de ceniza despiertan
la fuente celeste de tu rocío.
Tú guardas en esencia
el femenino embrujo de la rosa,
forma etérea tallada
por espumas y oleajes.
Con mi aliento de fuego
envuelvo tu contraria frescura
cuando has venido
desde el primer segundo o tercer milenio,
cuando has venido a obsequiarme tu imagen.
Tu caricia es bella
como la música fugitiva de una lira,
tú apagas el rumor candente
y desgarrado de mis gritos.
Fuiste creado íntegro,
para que mi nada te mancille,
oh, perfecta forma,
sal del frío aunque tu boca es sangre
creada para que mi amor
construya tu catedral exacta.
oh, reverbero de espuma
que cabalgas mi viento,
soy el único potro del mundo
capaz de enamorarte
propiciando que tus caderas
bauticen mi grupa,
tú, mitad rosa, mitad cisne,
aplacas mi cabalgada
con tu caricia, beso de cristal,
ráfaga eterna.
Ábreme la burbuja verde
que guarda tu alcoba
en esta noche de ojos abiertos,
que quiero besar sin usura tus alas,
y refresca este cuello de amor,
sin ti, pasado a cuchillo,
yo abro para ti mi chaleco
para que obstruyas esas dagas
y no sigan su camino,
oh tú, mi gota de esencia
que el sol y su fuego en mi combaten.
Pepe Martín
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