
¡Deseada!
Pienso yo que correrá distinta el agua
cuando sumerjas tu cauto cuerpo en la fuente
para que su cristalino acorde te vista,
divinidad de alabastro.
Y emergerás mas garza,
más cisne,
más loto florecido,
aparecerás distinta de armonía,
porque el agua te habrá cantado
su canción de cristal y de madera.
¡Deseada!
El agua se retraerá bajo los pies pulidos
y retozará en ondas divergentes
cuando el muslo llegue,
y te cubrirá gloriosa con un manto de rocío
el fuego femenino,
la rosa de la carne,
los pezones de hielo.
¡Deseada!
Vas a llegar distinta
diosa de porcelana,
con nuevas luces,
nueva pureza
y más dame lo que es mío
en el deseo.
¡Deseada!
Reverberada ola de espuma,
con señales de yodo florido
de sobrevivientes aleluyas
a cuerda y flauta.
Pancarta de la belleza,
sobreviviente de la nada,
temblor de pureza
que haces extraviar mi brújula
y crepitar mis carbones de piedra.
¡Deseada!
Después de todo, el fervor existe
con mi adoración en primavera
cuando brotas del agua.
Pepe Martín
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