
MUJER DE RAZA.
Tu rostro está marcado a fuego en la esperanza
y es el primer rayo de la aurora
que desvanece las sombras de mi noche.
Tu rostro se hace eco de una raza
que ríe, sufre y canta nanas,
tú eres el estandarte de un pueblo
que arde y no se apaga en el orgullo.
Desde hace, la tierra es tu matrona
y te colmó con toda su realeza.
La tierra está en ti de ojos abiertos
y tú siempre existes donde quiera,
hace mucho que la Madre te conoce,
mujer de cobre y de madera.
Y porque eres como el arroyo que viene a mí cantando,
tengo que amarte
y porque eres sol, oro, miel y vino,
racimo de la solera sustancia
tengo que beberte.
Eres compacta criatura con la tierra,
como el sufrido olivo,
como la esbelta palmera
de raigambre poderosa e ideas libres.
Mujer repujada en las penurias
que eres, de la sombra, ventana abierta
y parto y luz de estupefacta carne.
Tus ojos se derraman, noche y delirio
de estrella y plenilunio,
por ellos vaga la constancia y lazo de los míos
cuando te miro, amor,
cuando te miro.
Pepe Martín
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