domingo, 12 de octubre de 2008

AYER COMPRASTE LA NOCHE




Ayer compraste la noche
que nunca va a ver el día.

Espuelas,
espuelas de cuatro puntas
del palio de las estrellas.

Blasfemias,
flechas sin blanco,
tus palabras contestaron
anilladas como el humo,
y el cielo guardó sus aros
como grilletes del día,
de ese fuego de marfil
y de elefante iracundo.

Palabras,
palabras de forja y silencio…
que me calaron el alma
con versos como cuchillos.

Con desprecio me dijiste:
que sea corto el camino
no es decir que estemos cerca…
¿cómo decir que no te entiendo
si antes por tus dedos,
tu corazón y tu sangre me he sentido?,
¿dónde quedaron
mis pámpanos de lujuria
y tus racimos de ensueño?

Te has comprado la noche
que nunca va a ver el día.
Mas, fíjate si soy tonto
que no te cambiaré por otra mujer
como remedio.

Esperando,
esperándote como un pájaro
muerto sobre la cama,
mi boceto de huesos
ya el alma no me sostiene,
piedra eclipsada de luna sin mantilla,
¡porque se me va tu delirio
queriéndome sin saberlo!

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