Es parte de la farola la viva flor de cuneta,
por detrás de sus afeites huele un alma a descompuesta.
Pujan las carnes de vida ahora puestas a la venta,
tesoro de un diablo avaro que entrega amores por renta.
Corretean a sus pies lascivas ratas hambrientas
adquiriendo sus cupones con sabor a carne fresca.
Llora una mujer de sangre, escupido azahar de oferta
recordando tristes bueyes, mala choza y pobre vieja.
Esclava de la fortuna quiso comerse la tierra
donde se venden los sueños con el crimen por espuela.
Ahí está pintando lunas, interrogando respuestas
barnizadas de mentiras y palizas sempiternas.
Sabe que nadie la escucha cuando su vida se quema,
callar y arder es lo suyo por una colilla hambrienta.
Y giran, giran las ruedas por la calzada, tan cerca,
frenadas por unos muslos en la demanda y la oferta.
Y se calienta su alma mientras se aguza las tetas,
ha quedado para eso… una flor en la cuneta.
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