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Todo corazón humano es humano
William Wadsworth Longfellow
Parece la verdad de “Pedro Guruyo”
cuando afirmó alzando su mano cerrada
diciendo: “esto es un puño”.
Corazón humano, humano, humano…
Perdonen la maliciosa sonrisa…….
Apenas tenemos al día un parpadeo humano.
A veces los encuentro tan cercanos… tan lejanos…
¿Por qué soy el hombre que no quisiera ser,
o que quisiera ser actuando de otro modo?
¿por qué este nombre me define
y a veces dudo que pueda ser mío?
¡La verdad, no sé si está bien aplicado el nominativo!
¡Fantasmas!,
fantasmas envueltos en “carne exquisita”,
fuego y metralla y muy malos sentimientos e intenciones.
Lo digo porque hay algunos
que se creen y actúan francamente, como divinos,
y no son precisamente los que damos por angelicales,
estos visten turbantes, esclavinas y mitras santificadas,
o bandas cubiertas de chatarra y bastones de mando,
o como sectas embaucadoras de masas
que más bien debieran apellidarse los diabólicos.
Todos ellos arrastran su poder por las altas instancias
como auténticos gusanos.
Podríamos preguntarles para nuestra vergüenza
a los que describiríamos sufrientes infrahumanos
pobres árboles que apenas dan para anidarlos,
y mucho menos para cuidar a sus poyuelos,
mirando al cielo con enojo,
regando la tierra minados por su llanto.
Llevan la enfermedad y el hambre por bandera,
con una etiquetita colgada que dice:
“bajo esta piel viaja un pobre desahuciado”,
y se le observa, no para hacer examen de conciencia
sino para buscar la forma de que no se enteren
de que somos muchos millones de Pilatos.
A otros los podríamos describir como fieras dañinas,
con perdón para las susodichas,
los podemos ver en el zoo de las callejuelas
robando, raptando, violando, matando y otras simplezas.
No quiero minimizar a aquellos
que podríamos definir, porque se lo ganaron a pulso
como auténticos trastos,
son las sanguijuelas y lapas
que se aprovechan y saltan sobre el honrado peldaño a peldaño
con engaños, masacrando con sus enchufes, como buitres.
Ni quiero olvidarme para nada
de algunos energúmenos que avasallan todo derecho
traficando con aquellos que convierten en pingajos
en pateras de inmigrantes y prostíbulos,
o traficando con la muerte química o cultivada, con armas
vistiendo de duelo a tanto inocente al propiciar apocalipsis,
o los magnates de la moneda que visten de luto a nuestro planeta
para forrarse de oro hipotecando el futuro.
Pero el problema se acentúa cuando, mientras nos morimos,
por desgracia se acaban entrelazando los epítetos.
Como por ejemplo cuando se pueden nombrar
como divinos energúmenos a los dictadores,
o santísimos extremistas lavadores de cocos
y pongo como ejemplos a un gran depredador germano
y a los “reyes” de las grandes potencias.
O aquellos angélicos diablos maestros en tentaciones
capaces de envolver en la piel de su carne y su mirada
a quien se siente tentado moviendo países con sus ingles.
O como aquellos que nos encogen el corazón,
que son los idealistas eliminados, torturados y perdidos
como trastos infrahumanos.
Así es que pienso, por aquello de la frase,
que aunque no todos somos iguales,
deberíamos ser un poco más deshumanizados,
que debiéramos dar un salto en la evolución
y sentirnos un poco más animales y menos humanos.
Apenas tenemos al día un parpadeo humano…
aunque hay hombres de verdad como lucecitas lejanas.
Lo del corazón queda como esperanza
mientras nos liquidamos.
Perdonen la maliciosa sonrisa…..
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