jueves, 18 de septiembre de 2008

MI AMIGO ANÍBAL



Saco aquí este poema ya antiguo, por que es el tiempo en que muchos abandonan a sus mascotas y muchos son matados en atropello. La historia es verídica.
Está inspirado en la manera de hacer de mi Paisano Manuel Benítez Carrasco y su "Perro Cojo".



Por los focos de mi coche,

tras una curva cerrada,

adiviné aquella sombra

que andaba por la calzada…?

Como una alfombra de muerte

algo yacente allí estaba,

mientras que un pobre perrillo

sus restos olisqueaba.

Y eran sus ayes aullidos

que desgarraban el alma.


Di rápido volantazo;

una muy fuerte frenada;

y aparqué el coche un momento

con la adrenalina alta,

el corazón palpitante,

y la melena erizada.

Nos miramos hombre y perro

bajo las luces doradas…

y hablé al animal bajito

que a unos pasos me miraba:

‹ ¡Vaya un susto amiguito…

casi tocamos el arpa!...

¿Quién es quien tanto te duele

“pa” que tu vida arriesgaras,

ese que ahora es estera

para los coches que pasan?

¡Con razón te lamentabas,

era tu perrita blanca!,

bien que comprendo tu gesto

que algo muy nuestro se acaba

yéndose quien más queremos…

como a la que tanto amaba

que me dejó en un infierno

mientras su gloria alcanzaba.

¡Así pues, yo bien te entiendo,

porque a mí me aulla el alma!



¡Y me contestó aquél perro

con el rabo a media hasta!.
¡Debió de ser San Francisco

quien mi corazón tocara!

La puerta abierta dejé

cuando del coche bajara…

No hubo invitación posible

porque yo no la cursara…

¡el perro me había “calao”

y en mi coche se montaba!


Se instaló como un señor

con sus patas estiradas

en el asiento del coche

con sus orejillas gachas,

tal que siempre hubiera sido

mi coche su propia casa…

y mi asiento tapizado

la perrera de su cama.

Los ojillos suplicantes;

la cabeza cabizbaja;

y era su pena tan grande,

que al final, me conquistaba.

¡Mi perro es un monumento

a la mezquindad humana!

¡Mi perro no era mi perro

y me desgarró “to” el alma

aunque no fue “caleao”

entre bidones y tapias!

Porque esas cosas se notan

sin que la vista sea larga!

Él no era triste y lo hicieron

cuando alguien lo abandonara

como a serio candidato

para carne machacada.

Era de esos desahuciados

que por vacaciones largan

y, olvidando sus caricias…

¡traicionan su confianza!

Se esforzaba en ser alegre

con su alma traspasada,

mostrando agradecimiento

por todo o por casi nada.



Alguna de aquellas veces

que tan fijo me miraba,

yo le pregunté a mi amigo:

‹ -¡Cuéntame “tos” los pesares

que tu alma de perro guarda,

que Dios hizo hablar tu rabo

aunque no te dio palabras,

“pa” ser perro “agradecío”

a “tos” los que bien te tratan…

y “pa” pedirle perdón

a quien no le hiciste nada!

¡Dime quien fue aquél canalla

que tuvo el alma tan dura

para no importarle nada

esas lágrimas de un hijo

que tu querer reclamaba!

¿Qué niño te puso nombre

siendo una bola de lana?

¿Quién te daba golosinas

que por ellas te desmadras?

¿Quién te lanzó la pelota

que hasta a las piedras das caza?

¿Qué niños eran aquellos

que, siendo fiera en tu guardia

si escuchas que pasan otros

tú, ni siquiera les ladras?

¡y te adivino un gemido

que sale de tus entrañas!



Un letrero de tristeza

a sus ojos afloraba

por más que tuvo cariño…

¡que le di un trono en mi casa!:
‹ -¡Donde estará mi amita,

con la que tanto jugaba…

la que me dio el biberón…

la que sus “chuches” me daba?

La del querer transparente

en su inocente mirada,

que me debe estar buscando

llorando y muy preocupada.

Debí pedirle perdón

al amo que me dejara…

no sé si me dio un castigo…

porque yo no le hice nada…

no le roí los zapatos

y no me subí en su cama,

ni me meé en su cortina…

¡y comí lo que me daba!

¡Compañero de mi madre,

medicina de mi hermana,

peluche de los chiquillos

que corre armando jarana,

bastoncillo de mi esposa

y buen guardián de mi casa,

remedio de mis tristezas

y amigo donde los haya!...

No me saques la perrera

a la puerta de la casa

dolido por la locura

de quien a ti te dejara…

que sólo serán dos horas

que yo falte de casa.

¡Y no le pidas perdón

a esa mano descastada

que echó a su mejor amigo

sin que le hubiera hecho nada!

Que yo te tengo “guardá”

en el “guerto” de mi casa,

una cama “pa” que duermas

cuando no seamos nada

Allí nos encontraremos

cuando mi ceniza esparzan.


Y cuando ye estemos juntos

en la última morada,

preséntame a aquella niña

que tu cariño aún aguarda

que jugaremos al corro,

y al juego de corre y salta

entre una lluvia de “chuches”

que San Antón nos prepara…

yo, con mi amada perdida…

tú, con tu perrita blanca…

yo tendré a quien más quería…

tú, a tu perrita amada.

Y te llamará San Pedro,

con sus llaves de oro y plata

de la puerta de los Cielos…

“pa” que tú seas su guarda.



Mi perro no era mi perro

y era mi amigo del alma…

él no era triste y lo hicieron

cuando alguien lo abandonara;

¡por eso es un monumento

a la mezquindad humana!

No hay comentarios: