martes, 29 de septiembre de 2009

BORRACHO DE TI


BORRACHO DE TI

Estoy impregnado de ti
mi mirlo blanco
mi cava.

Y te destilas de mí
porque soy tu embriagado,
y tu bodega,
tu caverna
y monasterio
donde tu fuerte madre,
rezando su plegaria de vida,
en mi se hace esencia.

Guardo en mi pecho sin tablas
el tártaro que te hace
materia espiritosa,
y te me vas por los poros,
e incluso por los ojos
como oro rubio
efímero y candente
buscando tu estado más sutil.

Y te bajo de tus humos
para potenciarme en ti
desolimpizándote,
macerándote,
catándote
y paladeándote a menudo,
por eso soy tu borracho.

Así es que no dejes de ser mi cava
para que juntos
nos curemos
en una transformación intrínseca
y no pueda despejarme de ti,
mi tentación,
mi aroma,
mi no olvido.

Pepe Martín

sábado, 26 de septiembre de 2009

MEJOR BUENA QUE FEA



MEJOR BUENA QUE FEA.

Hoy veo besos submarinos en cascada,
labios soñadores de algas en mi pecho
con corales en su origen…
hoy mi reloj se ha despertado
entre invierno y primavera.

Nunca arremeto contra la belleza
lo cual pronuncia mi error.
Tendré en cuenta que las mujeres
aman con los oídos
mientras yo amo con los ojos
y que, cada vez que amo,
es la única vez que me enamoro.

Y, como esta mujer sin duda piensa
que es mejor ser hermosa que ser buena,
bien está así,
pienso yo, por otro lado:
que es mejor que esté buena que fea.

Ella es libre en su prisión de pasión,
sus párpados fueron forjados en su aliento,
y, aunque su sabiduría de labios finos
me recomienda prudencia,
mi tristeza de pájaro enjaulado
me hace trinar por ella.

Como la orquídea exótica,
ella es el vientre de mis siete pecados capitales,
sus pequeños pies taconean mi cabeza,
y su viento oriental de pasión
es tornado sobre mi cuerpo.

Y penetro en el tenebroso túnel del tiempo
sintiéndome griego o romano
como el mejor adorador de la belleza;
pero los troyanos lucharon por una mujer hermosa
y acabaron escarnecidos.

Mas no cerraré mis cortinas,
¡Dios me guarde!,
pero sí las puertas de mi alma
para que mis recuerdos no puedan escaparse,
y me empaparé en sus asuntos
ovillado y abstraído en su cálido frío
de venturosa espléndida imposible.

Pepe Martín

martes, 22 de septiembre de 2009

PAÍS DE CICATRICES


PAÍS DE CECATRICES

En la cola del miedo todos tiemblan,
y se muerden las denuncias
mientras la saliva raspa las gargantas,
nadie pasea sus zapatos
para evitar mirar con el rabillo del ojo
lo que ocurre a su espalda.
Se mutila la calle con una descomunal ausencia
y se echa de menos
la asamblea de los esperanzados.

Los ataúdes, como los elefantes,
van tomados de la cola.
Se han propuesto los violentos
unir el cemento y el asfalto
con las tapias del cementerio,
y mira que quedan lejos,
pero la cola de muertos
va arrastrando una larga lista de ceros.

Hoy estamos en un respiro,
debajo de las ventanas
se está lamiendo el culo la muerte,
mientras toma aire para sus aullidos granate.

Los políticos solapan su negrura
tras las tumbas blanqueadas.

Por encima de la tronera,
los damnificados reponen sus cristales
y restañan sus heridas
mientras en la iglesia hay un guateque de gusanos
en cajones de madera.

La puta muerte hizo ayer de las suyas
y hoy niega su voluntariado
que le vino en forma de horas extras impagadas,
por lo que va a reclamar a los juzgados.

Y mientras en los calabozos,
los otros gusanos están de pachanga
o estudiando carreras de abogado.

Sobre sus lechos de odio
no existen pesadillas,
sólo tienen desvelos los silvestres
y ciudadanos amenazados
en este país de cicatrices.

Pepe Martín

sábado, 19 de septiembre de 2009

PASIVO



PASIVO

“Con tu puedo y con mi quiero,
vamos juntos compañero”
Mario Benedetti.

Yo te aconsejo que hagas,
y en mi consejo te digo:
que te salves de la quema
que no te quema el ombligo.

Con mi puedo
y con tu miedo
hago siempre
lo que quiero.

Y te aconsejo que tengas
los labios bien cerraditos,
no vayas a los sufragios
que siempre son un fastidio,
y deja que otros decidan
lo que va a pasar contigo,
ni acudas a las movidas
donde protestan por vicio,
ni pienses que aquel que manda
hace del poder un higo,
y si ves afeitar a otro
piensa: no va conmigo.

Con mi puedo
y con tu miedo,
hago siempre
lo que quiero.

Piensa que el que expolia
lo hará, pero no al amigo,
o que aquellos que roban
no te han hecho su objetivo,
ni pienses que la gran crisis
el financiero ha movido,
que es culpa de quien no puede
y quiso comprarse un piso.

Con mi puedo
y con tu miedo,
hago siempre
lo que quiero.

Cásate por intereses
o porque estás aburrido,
y cree de los malos tratos
algo que ya está muy visto,
créete que quien viola
lo hace en otro camino,
y sálvate en la refriega
por si hay algún peligro.

Con mi puedo
y con tu miedo
hago siempre
lo que quiero.

Y piensa que el terrorismo
mata sólo al enemigo,
cúbrete de blanca calma
si ocurriera un magnicidio,
y piensa que es otra guerra
si no te está ardiendo el ombligo,
piensa que el hambre del preso
es por que la ha merecido,
y que ya están muy pesadas
las fotos de los negritos.

Con mi puedo
y con tu miedo
hago siempre
lo que quiero.

Confía en que la justicia
nunca emite malos juicios,
crújele con mano dura
si se te desmanda un hijo,
y pon cadena a tu puerta
por si fastidia un amigo,
haz reserva de éste mundo
lo que ocurre en tu pisito,
y cúbrete con la máscara
que te dejará pasivo;
porque esto que te enumero,
va con otro y no contigo.

Con mi puedo
y con tu miedo
hago siempre
lo que quiero.

Pepe Martín

domingo, 13 de septiembre de 2009

SUPONGAMOS




SUPONGAMOS

Supongamos que estoy triste
como a menudo es un hecho,
que lo niega mi cabeza
cuando el cuerpo está asintiendo,
supuesto al que acostumbro
tomar demasiado a pecho,
y sin razón aparente
me cabreo o me embelezo.

Supongamos de igual modo
que me curo en tu mirada,
una mirada del alma
para recargar mi sueño,
que arrancara a la distancia
tu divina desnudez
y en tus ojos la enmarcara.

Supongamos que la máscara
se me cae del duro pecho,
y que mi mente se endulza,
que no hay ancla en mi velero,
que tu viento de amor me empuja
de mi popa hasta tus huesos.

Supongamos que me incendio
de reverencia y deseo,
que mi tristeza incineras
con un diamante en mi pecho,
al que le sobran quilates
para coronar tu pelo.

Supongamos que te descubro
cada vez que veo tu cuerpo,
tus ojos espejos ígneos,
tu boca dulce deseo,
tu piel trampa de mi tacto,
y tu gozo por mi juego.

Supongamos que tu palabra
asume el mundo en un encuentro,
revestida de verdad
en su perfecto dialecto.
desnuda ante la avaricia
de dejarse escuchar
por mi exaltado ego.

Supongamos que todos estos
pocos muchos son enteros,
que me curo en tu mirada,
que te descubro mi pecho,
que me incinero diamante
ante tus ojos espejos,
que tu palabra es la verdad
que me da lo que yo quiero,
un amor profundo,
un amor cielo,
un amor adorado,
un amor sin minuteros.

Supongamos… supongamos digo,
que tú eres mi supuesto

Pepe Martín

miércoles, 9 de septiembre de 2009

UNO MÁS UNO



UNO MÁS UNO

Amada mía,
con el uno de usted
y el uno mío,
volvemos a contar una unidad,
pero no una unidad cualquiera,
sino un uno redondo,
un uno macizo.

No un uno de costuras desconocidas
que suma tres sin previo aviso;
sino una unidad completa
a la que no le hace falta
el cero amigo,
o, tal vez,
y por hacer concesiones,
colocado por prefijo.

Una unidad sin el dos que separe,
o el tres de un cuerpo amigo…

Y si por casualidad
algo o alguien le sugiere un dividendo,
una resta,
o un decimal ambiguo,
retorne a nuestro uno
apretado y conmovido,
que nos entrelaza llama con llama
en una misma lengua
con su infernal rugido,
o, por decir alguna bobería,
con la misma fiebre que se atan
su sexo y el mío.

Una unidad redonda
como el círculo
que forman nuestros brazos
cuando seguimos unidos.

Así es que:
pase usted de restas,
divisiones,
o decimales ambiguos,
y quédese con el uno más uno son uno
como lo son el suyo,
como lo es el mío.

Pepe Martín

lunes, 7 de septiembre de 2009

ENTRE TU BOCA Y LA MÍA

ENTRE TU BOCA Y LA MÍA

Entre tu boca y la mía, ¡qué caramba!
hay un hambre seca de exprimir esencias.
Y entre tus brazos y los míos, ¡vaya, vaya!
una grave carencia ilusionada.
Entre tu mirada y la mía, ¡qué caramba!
brilla un destello que busca conductores para cebarse.
Y entre tu piel y la mía, ¡vaya, vaya!
ruge una especie de ambición magnética,
una sed devoradora de polos contrarios.

Y nos ruge la apetencia por cruzar lenguas y pubis,
y el anhelo se deshiela en cada caricia
con un gong de placer interminable,
y la penuria del silencio se nos hace dialogante
mientras los senos florecen de agonía.
y los cuerpos se enardecen en su hervor de deseo
arrancados de sus sueños apáticos,
y las almas titilan de pura entrega
jurándose ternuras,
y los sexos se humedecen de escasés mutua
en una entrega inagotable,
y el placer se hace gula en su glotonería
carente de pánico o restricciones.
y la avidez de ambos desborda el apetito
de rosas abiertas y de ángeles,
y la carestía de la sangre contraria
se hace lascivia y diminuto infierno.

Claro que esta afinidad no vino porque sí,
sino que lo hizo por haber sabido absorber
un aura, un aliento, un aroma, una palabra,
y por saberse refugio y sed del otro cuerpo,
habiendo presentido la llamada del corazón
que en estos casos habla más que la boca.

Pepe Martín