viernes, 30 de octubre de 2009

MIS SUEÑOS



MIS SUEÑOS

Empuño tus sueños,
hierro viejo de mi vida,
y me los institucionalizo en el alma,
y, como es de rigor,
ya los tengo homologados.

Tus sueños,
que me imponen la costumbre
de adornar mi noche nómada
de cama extraña y cuatro ruedas,
convirtiendo mi despertar
de bocinas trágicas
en cofre sin llave que me valga.

Tus sueños me asaltan
por cada charco de sombra,
convirtiendo en felices aniversarios
los acontecimientos de la farsa onírica,
y me sacuden agradablemente
cuando puedo alcanzar
las cornisas de tu aurora.

Empuño tus sueños,
abreviatura de lo frágil,
residuo de tu alma cercana,
y vestigio de tu distante cuerpo
desplegado como alas en mi pecho.

Escucho tus razonables labios silenciosos
resonar como campana
de loco atolón de vida,
y el onírico reclamo se hace canto
que me hurta del cuerpo.

A veces el día madruga más que yo
aportando sus ideas,
pero no quiero su espacio.
Para qué quiero el día
si amo el terciopelo oscuro de la noche
donde tu estrella tiembla
con sus constelaciones atrapadas.

Y vivo sin celos,
creyente de que no hay
otra sombra que se te cruce,
porque no la deseas,
apoyado en la idea de que tu cama
es el nido de un monólogo
que aguarda mi presencia
para concretarse en dúo.
¿qué te iban a aportar
si instalaras en ella
otros huéspedes vacíos
homologados en desvergüenzas?

Aborrezco ese día
donde sólo yo no existiera,
aunque de ser,
no lograrían desprestigiar tu piel
que se renueva luminosa como el día.

Reina mía
de la esquina blanca del amparo,
desparramo mi amor
por tus caracoles trenzados
con ahinco de pulmón,
laringe y nuca,
y por tus labios
donde se haya el consuelo
de tu dicha repartida.

Pepe Martín

lunes, 26 de octubre de 2009

VIENTRE AZUL


VIENTRE AZUL

Rompimos el trato establecido,
Vientre Azul, Tierra Viergen.
Contigo, que fuiste como una asunción
coronada de la piedra antigua,
hoy te coronamos de antenas “de las galaxias”
te acicalamos como a un árbol navideño
con chatarras de satélites, e-mail muertos
y un gran vacío de ozono.

Te sembramos nuestras hortalizas
de envidia, odio, insidia y avaricia
con rituales de acero
a punta de misiles,
y abonamos tus crenchas
con el guano de la sangre humilde
y nitratos de inocentes.
Los que nos llamamos tus amos
te acicalamos la faz
con afeites de muerte.

Rompimos el trato
y despertamos en ti a la madrastrona,
los que habitamos aquí a pie de calle
hurgamos tus heridas de ozono,
de mareas negras,
de humos envenenados
y chimeneas que graffittan el cielo.

Rompimos el trato
y sólo nos queda sufrir tu ira
de hielos reventados,
de ácidos corales,
de huracanes explosivos,
de calores asfixiantes,
de inundaciones asesinas,
de hambrunas perdurables.

Sólo nos queda apurar
con nuestros trajes de lujo
y pantallas de plasma,
tu inevitable fruto amargo
entre hecatombes
que se prometen rojas,
con sus inmensos gastos de defensa,
y osamentas desgastadas.

Madre antigua de los bosques
que verdeaste la vida,
te estamos volviendo negra
con un manto de incendios.

Asmática madre azul de cada día,
que sufres tu resfriado de chimeneas,
no nos desvivas
y desmuérenos en tu seno
reparador de tus enemigos,
no nos mandes tus eclipses de luna,
no nubles nuestros ojos con tu llanto
y párenos la dicha,
Ten piedad, aunque aquí,
sobre tu musgo manchado
la hormiga humana sea la que te asesina
y tiemble ante tu furia.

Pepe Martín

jueves, 22 de octubre de 2009

LUZ DE ALTURA


LUZ DE ALTURA

El mío, el inagotable,
el que mana como una luz de tus alturas,
el que sin ser frío es un diamante,
el rayo azul que desde ti me apunta.

El tuyo, el de ala firme,
el que es perfecto como claro de luna,
el que es paloma que redime,
el halo que en tu entorno abunda.

Se nos hierve el amor en este potro,
se nos cae la vida entre ternuras,
se nos llena de amor el negro pozo
en este tiempo de azucena y calentura.

El tuyo, el adorable,
el que tiene delirios y locuras,
el que me inhala como respirable
sollozo de sus aventuras.

El mío, el que es suave,
el roce de una flor por tu cintura,
el que vuela por tu dermis como un ave,
el que en tu vientre juega sus escaramuzas.

Pepe Martín

lunes, 19 de octubre de 2009

ALMA


ALMA

Comprenderás que no hablas por ti sola
con tu lengua de silencio
cuando me dices:
“Compañero, estoy cansada”,
y no puedes decirme
que tengo malas entendederas
cuando entiendo que dices
que nos estamos muriendo.
Y protesto, y no protesto porque sí,
sino porque me afectan mucho los duelos.

Y me pregunto desde esta parte
que es tu carro y cuerpo:
¿qué puede afectarte tanto
para cansarte cuando eres casi nube?

Te lo preguntaré desde mi pluma,
tinta de nuestra lengua,
por donde sueles asomarte.
Y como las palabras son medicina
para el alma que sufre,
quiero sanarte y sanar contigo
en esta reflexión que es tu ojo
del que manan las lágrimas de tu sangre.

Creo que la enfermedad que te afecta
es el odio del prójimo,
el óxido que corroe y da picana al alma de la gente.

Y me dirás que son justos nuestros remordimientos
cuando no hago lo bastante
ayudando a que el mundo
sepa ver la hinchazón del hambre,
las cadenas de la injusticia
o el terror de la guerra,
porque, aunque sólo soy un eslabón,
uno solo es el que ata el puente a la cadena,

Y me dirás que no olvide a los que aplicaron
el electrodo y el palo,
que no ponga la otra mejilla
porque la primera nos ha afectado a los cojones,
y que venda muy cara la hectárea de sometimiento.

Y me dirás que la gloria está aquí a ras de suelo,
y que su cosecha se obtiene
de la mano de la caridad
y entre los olvidados y maldecidos,
que los campos del cielo
tienen sus peldaños en los arrabales,
y que su regocijo es la propia entrega,

Y me dirás que los hombres encogidos
otorgan mucho a los misiles
y ganan pocas batallas,
que hay que saber decir que no
en el momento oportuno,
que la duda no ayuda a la serenidad del alma.

Sólo se ama aquél que ama a su alma,
y con el alma, a su prójimo,
y aunque parezca que no,
tengo vocación de todos
mi parpadeante bujía;
aunque tener,
tengo mis redaños
retorcidos en la cólera.

Pepe Martín

domingo, 11 de octubre de 2009

MI APAGÓN Y TU LUZ



MI APAGÓN Y TU LUZ.

Busca al pobre sol del centro
en el extrarradio,
es preciso cruzar los puentes
para poder pintar el azul y la sonrisa,
aquí el aire se tropieza con el humo
y se cae de amarillo,
en su conflicto de aurora y viento envenenado
la sombra del pájaro abandona las ciudades.

Escarpaduras de hormigón y hierro,
fosos de los magnates,
acantilado de cristal
que deja ciega a doña gente,
mano alzada del detente que ordena:
repta la fatigosa calle,
y se asoman de su zócalo de nubes
los avisperos
en donde los venerables toros
patean sus escaparates y chiqueros.

Las fatigosas hormigas caminan
cruzando sus antenas de necesidades,
corre la sangre impasible
por debajo de las pieles,
los gremios se embotellan
en metros y sindicatos,
perro sin amo, la calle,
mueve su cola de asfalto
arrascada por los coches,
de los cuales el hollín
se amalgama con el viento
para cocer sus guisantes.

En aquel barrio desmembrado
la gloria de los gobiernos,
el pobre la está cagando.
porque los ratones políticos
fabrican sus ratoneras
para blanquearlas de “verdades”,
y a la piedra,
que es sencillamente piedra,
la hacen que hable
para en ellas tallar sus pedestales.

Y con en el paro y el hambre
me desvelo y me hago un nudo,
el paro es cita obligada,
el hambre por temporadas,
pero tu amor, con tu amor,
cada segundo.

Para olvidar todo esto,
me es imprescindible tener
la parsimonia de tus labios,
porque eres la luz que ilumina
el apagón de esta noche.

Y es que me dominguea el alma
si en la esquina me espera
el amor que mitiga mis fatigas.
Sólo su verdad rompe los espejos
con su filo de diamante,
y es un rinoceronte ciego
al que nadie para el desacato.

Pepe Martín

jueves, 8 de octubre de 2009

HABLARÁN POR HABLAR


HABLARÁN POR HABLAR

Bájate de ese cielo cuando esté más azul,
que sea turquesa o índigo, siempre serás tú.

Adelanta el minutero que nos trae la ilusión,
y que se quiebre luego midiendo nuestra unión.

Cuájate mi amor en una eternidad,
y justifica el aire que yo debo inhalar.

No niegues a mi amor la razón de vivir,
ni otorgues sin fundamento lo que aguardo de ti.

No quieras hacer números de una bella ilusión,
y deja volar tu alma por donde vuelo yo.

No invistas a un papel poderes de otorgar,
eso déjalo al alma que es la que sabe amar.

Que es una coyuntura y algo sin duración,
que debieras ser muy cauta y tener precaución.

Por encima de nosotros la gente especulará,
que vamos contracorriente y ¡hablarán por hablar!

Pepe Martín

miércoles, 7 de octubre de 2009

LO QUE ME IMPORTA


LO QUE ME IMPORTA

No me importa como seas
ni lo que finge tu dicho,
lo único que me importa
es que la vida sigue
cuando estoy contigo.

Variable como el viento,
como la hoja caída,
a veces me quieres,
a veces me olvidas,
cuando eres el alimento
que sustenta mi vida.

A veces luna,
a veces reja,
a veces paloma,
a veces sentencia,
a veces el delirio
que borra mis penas.

Me mata sentirte lejos
y resucita que estás cerca,
tú eres el desatino
que llama a mi puerta.

Y me rompo y recompongo,
y me alegro y desespero,
y me agito y me desvivo,
y me deslío y retuerzo.

Y no te veo pobre
ni te veo regia,
ni te veo hermosa
ni te veo fea,
ni sé si al quererme
en algo flaqueas.

Lo único que importa
es tu boca de adorar,
tus brazos de atarme,
tu corazón de abrasar,
tus muslos de amarme.

Lo único que me importa
es que soy tu cautivo,
y que la vida sigue
cuando estoy contigo.

Pepe Martín

sábado, 3 de octubre de 2009

TE MIRO AHORA


TE MIRO AHORA

Te miro ahora y me revuelves todo,
se me descorcha la vida,
la piel se me perla de granizo,
escalofrío y gozo,
mis manos empuñadas
aprietan tu vacío,
el faro de mi mente demanda
el avistamiento de tus senos,
mientras en mi sangre se alterna la locura
de sentirte puta o virtuosa.

Con el vicio feliz de ser tu amado,
te miro investido de la fiebre
de encarnar mis dedos por tu cuerpo,
mis dientes te reclaman su alimento,
con el muslo enervado
y tensa el alma,
anhelo ser hilado entre tus sábanas,
para vivir contigo las noches
y las otras noches carentes de tiempo
donde la muerte duerme entibiada
en su ovillado olvido.

Te miro ahora y me revuelves todo,
desde la esquina de mi boca
redonda en su sonrisa,
hasta la planta de los pies
en arco coitado de suspiros,
y el salto de mis ingles
que zumba como avispero roto.

Pepe Martín