martes, 21 de julio de 2009

QUÉ PUEDO HACER



QUÉ PUEDO HACER

¿Qué puedo hacer,
tan alma de mi alma?
¿Qué puedo hacer, cuando me traiga
los canes del horror tu ausencia?
¿Cuando las gárgolas de la ilusión
se me hagan perros
por las piernas duras de la noche?
¿Cuándo sienta subir a mi entraña
la ola de tus secretos?

Hay quien sufre mucho en sus versos,
pero yo me martirizo,
y me sigo y me persigo
cuando estoy escribiendo,
para obligarme a volver
a la dulce que amo.

Mi alma de tu alma
no cabe en sí misma
dificultada por la cruz de sus tinieblas.

En cada esquina hay alguien,
pero sólo yo no existo si no canto
y canto siempre
el sueño de tus sonidos.

Y grito cuando canto
hasta los riñones del grito,
hasta el hueso del dolor,
hasta la lluvia de la melancolía,
hasta la flor del deseo
aprisionado entre los muslos
dolientes de la noche.

El tiempo reniega de mí alargándose
con sus mandíbulas transitorias,
y el llanto ulula sus aguas
por el follaje de tu penumbra.

Y me encuentro acodado
en las coyunturas de mi desgracia
cuando abraza mi mente
la idea del común alunamiento
sobre una pelvis navegable
con sus ansias,
sobre el erecto suspiro del deseo.

Mi vida es un nadar peligroso
a contracorriente del río distancia.
La melancolía tiene una flor
de fruto muy amargo.

Pepe Martín.

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