sábado, 6 de febrero de 2010

EL ROCÍO Y EL VIENTO


EL ROCÍO Y EL VIENTO


Soy el viento de la duna

de pies arañados por el fuego,

quemado por el tórrido astro

y congelado de estrellas,

Mis valles de ceniza despiertan

la fuente celeste de tu rocío.


Tú guardas en esencia

el femenino embrujo de la rosa,

forma etérea tallada

por espumas y oleajes.


Con mi aliento de fuego

envuelvo tu contraria frescura

cuando has venido

desde el primer segundo o tercer milenio,

cuando has venido a obsequiarme tu imagen.


Tu caricia es bella

como la música fugitiva de una lira,

tú apagas el rumor candente

y desgarrado de mis gritos.


Fuiste creado íntegro,

para que mi nada te mancille,

oh, perfecta forma,

sal del frío aunque tu boca es sangre

creada para que mi amor

construya tu catedral exacta.

oh, reverbero de espuma

que cabalgas mi viento,

soy el único potro del mundo

capaz de enamorarte

propiciando que tus caderas

bauticen mi grupa,

tú, mitad rosa, mitad cisne,

aplacas mi cabalgada

con tu caricia, beso de cristal,

ráfaga eterna.


Ábreme la burbuja verde

que guarda tu alcoba

en esta noche de ojos abiertos,

que quiero besar sin usura tus alas,

y refresca este cuello de amor,

sin ti, pasado a cuchillo,

yo abro para ti mi chaleco

para que obstruyas esas dagas

y no sigan su camino,

oh tú, mi gota de esencia

que el sol y su fuego en mi combaten.


Pepe Martín

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