martes, 2 de febrero de 2010



ROCA Y SAL


Yo quiero ser roca herida

en tu regresar severo,

que fría te me derrames

por los bordes de mi pecho.


Cautivos por el amor,

en el agua nos queremos,

el tiempo es el ancho mar

y su ola el minutero.


El mar es caldo fecundo

donde tú te desvaneces,

como una diosa salina

que ser olvidada quiere.


Tengo erizos agrupados

en mis anchos pies de piedra,

un clamor de claridades

aguarda en mi base negra.


Nostalgia que existe,

soy la obstinada piedra

florecida de tu sal

que sobre mí te haces perla,

estrella, racimo y rosal,

me haces parte de tu esencia.


Viajera deslumbrante

que en mí todo lo empapa,

mi yodo echo espuma

que mi roca embalsama.


Arrebato de blancura,

la ola te trae en su almena,

para ser apenas nada,

secreto de confidencia,

muerte de espuma blanca

que se hace hierba en mi huella.


Qué temporal de vida

nos ha hecho su amuleto,

qué rayo nos ha fundido

en este abrazo perpetuo,

qué extraña fuerza emergida

nos hizo objeto de juego.


Tú me limas en la arena

salobre de tu recuerdo

en una trama increíble

de lavados que son besos.


Cresta y alba de las olas,

de ti no quiero escaparme,

si tus irisadas perlas

me abandonas en el aire.


Dejadme beberla, dejadme,

que estoy sediento de cristales,

que guardo el fuego en mi piedra

de mis ancestros volcanes.

y busco la cresta de agua

que me adorne con sus sales.


Pepe Martín.

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