jueves, 20 de noviembre de 2008

¡VOLVERÉ!


Quién es?
Abre la muralla."
Nicolás Guillén.

En el norte vivimos porque lo acreditan los papeles,
pero no porque hayamos ganado esa batalla;
por eso el hombre que vuela no existe
sólo es una loza más con que tapiar un olvido.

Sólo quien ama a su familia más que a la propia vida vuela.
Nosotros los del Norte no hemos ganado esa batalla,
no hemos perdido tanto como para volar como el pájaro más leve,
no nos hemos hecho fugitivos en una aventura de ruina y muerte.

Qué valiente hay que ser para volar el anhelo de vivir,
qué valiente para alzar la vista a las estrellas,
qué valiente para dejar de estar muerto
para conquistar otro mundo con avidez y el plumaje roto.

Un hombre con las alas rotas no está vivo,
pero tampoco se le puede dar por muerto.
La muerte tiene para todos un gesto homologado y sin aduanas.
No importa como se muere, sino cómo se vive,
porque la vida no sólo está encadenada al alimento,
la vida también es sueño, plumas y coraje.

Un hombre claro de deseos es un ave en el azul furtivo,
un sin papeles que ha ganado una batalla,
un inmigrante que quiere libertad y pan para su nido,
ha roto sus cadenas y las ha forjado plumas,
y donde faltaron plumas las suplió con valor y hombría.

Es un hombre atado entre nostalgia y oportunidades,
una angustia descuartizada entre deportación y discriminación,
una aventura de ruina en una rifa de muerte en propia tierra.

No importa cómo muera un hombre, sino cómo vivió,
no todas las aves inmigrantes y valientes llegan a su destino
y caen en su travesía como un Ícaro grave,
o se estrellarán en un horizonte de acero,
o en la reja de una cárcel de acogida
donde ronronea su corazón como un élitro roto.

Pero tú, hombre del norte no vuelas porque no has ganado esa batalla,
con un saco de piedras fraternales atado a tus pies
en un aire líquido y de plomo vigilado.

Un hombre con las alas rotas no está vivo,
pero tampoco se le puede dar por muerto cuando dice:
¡Volveré!

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