miércoles, 27 de mayo de 2009

CARTA

CARTA

Tu entornada majestad mueve mi pluma
y la penumbra de tu cuerpo me enloquece.
Y siento que estás pero no estás.
Y digo Corazón y pare mi aliento,
que de sobrado amor casi se ahoga.

Amor, por quien yo gozo esta armonía interminable,
mi límite de lirio y calentura,
arquitectura del nardo alzada en mi alma,
intocable violeta de piel de manzana.

Mírame anclado en el círculo mágico de tu cuerpo,
acristalado en el espejo de un recuerdo,
escuchando el aliento de tu nombre por mis labios,
por los que pasas como rastrojo, lengua, llama,
y ceniza de tu viento.

Mírame laceado de una curva de tu cuerpo,
cautivo de un suspiro amortajado y
abierto por la espada de un sollozo,
mírame penitente del fuego de hojas rubias de mi otoño,
del templo de mis venas donde te adoro sangre adentro.

Mírame renovado en tu sangre, cancela de mi muerte,
tu sangre que es rocío encendido en guirnaldas de candelitas,
luces que adornan la feria de tu cuerpo,
sarmiento de primavera limitado por el cielo.

Cuándo seré redimido por tu vista,
por tus párpados, monasterios de la oliva,
por el blanco jazmín alzado sobre tus ojos.

Te quiero con dedicación plena,
y son mis cómplices el tiempo y la añoranza.

Pepe Martín

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