sábado, 23 de mayo de 2009

A EDUARDO QUIJANO

*
Cada tarde se muere un poeta,
cuando la mar da asiento a sus gaviotas,
cuando el sol le place hacer sus guiños.
*
Compañero, el paso del tiempo
y un corazón demasiado sensible
derribaron las suaves
murallas de tu vida.
*
Ahora en mi corazón no queda
nada mas que la brizna
del canto de tu alondra,
todavía encendidos de rocío
pestañean tus lirios,
y el fuego alargado de tu memoria
calienta la razón de mi cabeza.
*
Te has ido aventado
por la labriega muerte
avarienta de cenizas y de hoyos.
*
Ya tienes una tumba en el aire
para acoger tu esencia.
Ya estás a la sombra
del serrano tomillo
y el silvestre romero.
Como el resto de un rastrojo ardido
estás cubriendo al monte,
tú, indefinido en el horizonte,
átomo en la tierra
y lejía en las raíces.
*
Ya una lengua de oro
se te comió el cuerpo
y una hoz de plata te segó la vida.
Quisiera anidar por tus entornos
para que el viento helado
me agrisara en cenizas,
duelo desesperado
de camisa rasgada.
*
Una mano pelada
te ha cerrado la boca.
Una boca sin dientes
te aspiró el aliento.
Cuánta ansia de vida amordazada,
cuánta luz de la idea diluida,
cuánta cadena de amistad se ha roto.
*
Cómo añoro tu mirada honorable,
tu escudo de experiencia, fiel amigo,
el leve aleteo de tu palabra
que engendra en el prado amanecido
de mi oído y tu lluvia en mi alma,
ahora nieve cuajada en tu ausencia.
*
Alzo en mi mano el cáliz
de mi melancolía
por recoger ansioso
margaritas del cielo
que ahora son ojos de la noche
titilar de tus sueños.
Tu eco las anima
en ráfagas fugaces
de engarzados deseos,
los de volver a verte
desde el tambaleante
andamio de mis años.
*
Ruedan por mi pecho un clamor de perros
y gemidos recordando el violeta
de tu mano desde donde se extiende
la estatua de tu frío,
y aborrezco el cuchillo
que vino a interrumpir nuestro diálogo.
Quiero descubrir
tu apretón de manos,
y la consoladora
sombra que da tu brazo
sobre el triste hombro en el consejo.
*
Ya ves que sigo siendo simplemente
la leve sombra triste de un poeta
que no puede limpiar la cicatriz
que fue tan dolida por tu ausencia,
compañero poeta y buen amigo.
*

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