miércoles, 2 de diciembre de 2009

AL ARTE


AL ARTE.

Nadie ha explicado con certeza al idioma del espíritu,
a este espíritu volcado en el aire,
en los ojos, en la materia.

El arte a veces es un mimo vivo en el gesto,
aleteado por las manos,
viajero del aliento,
Él afecta a los sentidos que son sus cómplices:
se crea, se vive, se siente, se ama,
conmueve, se aspira, se contempla.

Vive agazapado, desconcertado, buscándose, buscándonos.
bloqueado en las neuronas, en la materia y sus dudas,
prisionero entre las rejas de los ojos
y los timbres de las bocas,
presto a ser un sueño conmovido,
quizá listo para ser convaleciente
de un olvido privado entre los siglos.

Inmortal y perdurable,
es y no es,
y sólo existe en el corazón que le cobija,
en quien lo ha amado, llorado y sentido,
en aquel que recibe la mordida de un ente
que no muere aunque agonice.

Es algo que se contagia con la histeria de un milagro
calibrando al sensible de aquel que está aletargado.

Es imagen del viviente o su simple responso
que ve pasar los árboles y los pájaros
ignorando su sombra.

Perla de los museos,
candelabro de palacios,
eje de parques y auditorios,
escala del cielo,
duende de las cavernas camuflado entre milenios
que vieron la grandeza de su sangre,
sus aceites, sus ornatos y sus fuegos,
con su andamiaje de danzas, rezos y humos,
desaparecido como sin rostro en los oasis del tiempo
para brotar con sus mil caras como novilunios.

¡El arte es un lazo armónico
entre admiradores y creadores!,
él talla nuestra medida,
todos le tenemos en algún sitio,
estoy seguro,
es nuestro tesoro,
aunque sea muy al sur de nuestra alma,
aunque vague en nuestras mentes para ser inexpresado,
en nuestras mentes, donde navega preguntándose
dónde puede hacerse hijo del buen amor
y enemigo del odio,
sus fines más directos y comprometidos.

Pepe Martín

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