lunes, 22 de septiembre de 2008

TU OLA AMARRADA




Vengo cansado de esta carencia de flores,
de pasear por mi memoria
acariciando mi pedazo de utopía,
de hurgar por sus rincones húmedos
sin resultados de luz misericorde,
entre muerte y oquedad
y funestos sueños,
la palidez de la muerte atropella mi rostro
sin una migaja de amor
que mitigue mi hambre.
La noche despeña sus caídas
en mi dormitorio.

Observad mis ingles agrestes
como una mala hierba
que aguarda el fuego
en esta fiebre fría.
Agua que no bebo
aunque no pare de manar en mi frente.

Dejadme vivir en esta angustia vigilante,
en este claustro de afilado vidrio,
enjaulado en este hálito
de eternidad que me circunda,
en esta vaina y prisión fija de pozo,
un luto por cada a amanecer de mi vida,
una campana que me atraviesa convulso.

Dejad que pase el dolor
por mi sangre viuda enamorada
con la violencia de un huracán incontrolado
porque este es el viento que azota mi pecho.
Dejadme, dejadme morir
en mi rincón de decrépitos astros

Observad mis tempestuosas mañanas
consecuencia de una noche de sepulcros.
Cómo ahogo las lentas madrugadas
disueltas en el temblor cromático del neón.
Cómo mi mente se disuelve
en espirales de vino.
Cómo mi corazón se encrespa
en los viajeros pies del aire.
Cómo paseo temblando
por el campo minado de su incertidumbre.
Cómo mis besos se estrellan
en el atolón de mi borrasca
cual una larga lengua de llamas y gritos
combatida en el muro
de su témpano callado,
como a una puerta abatida por el viento,
como a una ola me llama y me destripa,
como a una ola atada a su arena me voy
para retornar arrolladora a su alegría,
deseando encontrar
un aleluya para mi sangre.
Porque soy como un sagrario
ante su nada sacrílego
donde crepitan mis días de ardiente sacrificio.

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