miércoles, 2 de mayo de 2007

DÉJAME PLANTARTE UNA VIDA


Mi amor, déjame plantarte una vida
para que crezca con sus flores de ojos
y sus ramas de adioses y deseos.
Yo semilla y tu tierra presente y abonada
con gusto a dorada sementera, solana y salitre de ola,
entusiasmados de belleza.

Vamos a cumplir lo que dicta la vida en su ADN.
en su libro de escalas adosadas infinito
con un abrazo que trascienda las nubes.
Vamos a ser sangre en rescoldo trémula pecho a pecho
y semilla retoñada.

Somos dos barcos anclados
en la ribera del amor y los instintos
gloriosos en hechos venidos desde millones de años.
Vamos a reunir parte de nuestra cal
y a repartirla en otros huesos
para que encadenen estructuras de ceniza
y andamios bajo la carne.

Daremos el primer impulso a un, ni siquiera corazón,
para que eclosionen de él un amor y su ternura.
Vamos a pintar una sonrisa inocente en su rostro
para que sea primer eslabón
de estas cadenas de amor paterno.
Crearemos la fuente dentada
de donde manen las palabras padre y madre.
La levadura mística donde fermente un amor de hijo
para colocar en sus anaqueles los libros del nuestro.

En el más íntimo y sacro silencio
hagamos el amor para que él cumpla su augusto cometido,
tal como dicta la trompeta de la Madre Naturaleza
que aporta su milagro incomprensible en cada vida.

No hallarás amor con más empuje
en las velas de tu cuerpo
que este que mi viento huracanado mueve,
porque soy tu pájaro en fuga de acordes afinados
qué solo respira de ti y por tu aliento.

Pepe Martín

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