Richard Clayderman -..>
¡Mi vida!
¡Mi vida!
en la púa de tu tacto se alegran mis venas
pues me siento guitarra en redoble de muerte,
muerte callada y dolorosa de tu ausencia.
En tu tacto cibernético se alegra mi pecho
como ciego perdido y salvado del vacío.
Escucha por mis letras, caja de resonancia de mi pecho
que dan ley a sus signos y aumentan su armonía.
Escúchame rumiando mi deseo tembloroso
en la tortura de esta herida abierta
prendida, hecha una brasa viva.
Y no puedo asaltarte vehemente
aunque la nota de este amor distante
goza de los mejores ecos.
En la arena de mi pecho tengo el salitre de tu lágrima
En la arena de mi pecho tengo el salitre de tu lágrima
derramada en nuestras doce en idilio en punto.
La sinfonía azul de tus ojos
ha creado en mí el nácar de una aurora
y ahora mi riada es tan brava
que arrastra a los océanos a nuestras felices horas.
No hay arco tan grande abierto hasta tu piel,
No hay arco tan grande abierto hasta tu piel,
ni llave más ajustada a la puerta de la vida.
A tus pies se arrastran todas mis defensas.
No hay carta más marcada que la mía para ganarte,
No hay carta más marcada que la mía para ganarte,
ni rosa que perfume con su sangre para hacerte mía.
No hay un querer más hondo y largo,
tu amor es un fermento que sobrepasa mi existencia..
Y yo, que por ti llevo mi amor colgado
como una mochila cargada de astros,
con pájaros de silencio largo
porque la palabra traiciona,
anhelando tu boca misericordiosa
y la todopoderosa flor de tu risa fácil.
Al recordar tu ausencia se me avinagra la sangre,
Al recordar tu ausencia se me avinagra la sangre,
el dolor se me descompone en escalas inmisericordes.
Esta noche me lamió el PC. con tu llegada salvaje
Esta noche me lamió el PC. con tu llegada salvaje
que lo arrolla todo,
y el insomnio no me dará tu olvido.
Cuando expire y muera la pantalla
como un broche de plata diluido,
algo de ti quedará en mi muerte.
Pepe Martín
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