y los pétalos de tu nada viajan un fondo de mar.
No hay sueño más largo que tu distancia,
y en el techo de nuestra noche
Eros se mofa de nosotros entre garabatos y letras.
Tengo la imaginación retorcida de algo que siento mío
y silabeo y descifro en ellos los signos de tu idioma en celo
Para nosotros carece de miel el vientre nacarado de la luna.
Los violines del tacto en las pantallas se diluyen.
No sé cómo inhalar tus almizclados olores
pero mis narinas se enardecen con tu sexo lejano.
No sigo las crenchas de mi lengua por tu piel
pero mis papilas degustan tus salinas.
No penetran mi tacto en tus oquedades rosadas
pero mis yemas sienten tus sedas y humedades.
Te veo carne y vientre y acaricio en tus ingles
crepúsculos lunares y puestas de sol,
y siento mi sexo acariciar tu entraña.
Leer e imaginarte tan real como mi sangre, ese es mi sino,
Leer e imaginarte tan real como mi sangre, ese es mi sino,
mientras anchas comarcas de silencio visten tu lejanía.
Pero cuando te acaricie, latirás como la única paloma
capaz de volar el universo y por las ramas de mi sangre.
Pepe Martín
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