jueves, 26 de abril de 2007

REFLEXIÓN: EL AMOR Y EL PIANO


cuando acomete sus trinos,
es el amor al encuentro de amantes,
¡definitivo!

Les canta salmos el agua,
corren acordes cautivos,
nacen rosas en sus alas,
corre el fuego por el lirio.

Pero se derrite el tiempo
triturando los sonidos,
la mente acude a sus trampas
y se aletarga el oído.

Sigue la música bella,
con sus ángeles cautivos.
Tanto oído como sexo
por un tiempo se han dormido.

Piano doblando a muerte,
las doce en punto infinito,
fuga de acordes descalzos
por el corredor olvido.

No hay lunas de notas altas,
huecas las luces, vacío,
se ahogan en los silencios,
solo queda un mecanismo.

Detritus libidinosos
de lamentos y mosquitos,
rebuscan por los recuerdos
ecuaciones de dos dígitos.

Hace falta renovarse,
rebuscar otros suspiros,
buscar ayuda en la flauta
o el violín sostenido.

Deben reinventar escalas
que han aburrido al oído;
que a las tumbas de los cuerpos
sólo les queda un respiro.

O acabarás siendo el pasto
del divorcio, sin tus hijos,
o morirás de apatía,
o en un sexo clandestino.

A no ser que seas santo
con un amor desprendido,
donde sólo una mirada
pueda más que mil delirios.

Pero no seas santo solo,
pues debe ser compartido,
o quedarás como un mártir
con dos cuernos por testigo.

Pepe Martín

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