y pone alma a tus palabras.
Las sílabas no pesan más
que el ave que anida entre tus dientes.
El aliento del alma vuela para cuajarse nieve
El aliento del alma vuela para cuajarse nieve
y entre tu andar navega con peso de pluma
para borrar la nieve manchada de tus pies tristes,
para borrar pretéritas huellas amargas
se hace páramo blanco
y apaga su amargura con manto alba,
para borrar el rastro que siguen tus fieras.
Quiere ser el bálsamo eficaz que te cicatrice
Quiere ser el bálsamo eficaz que te cicatrice
el amor hortigado de tu ayer
inquilino en tu pecho cada hora,
que hoy es remota herida
aún crucificada en tu costado.
El llanto te inundó cada día caído,
El llanto te inundó cada día caído,
como desgrana sus pétalos la rosa mal tratada.
El llanto plañidero desatado en gritos sordos,
rompió vidrios en tus voces
y sobre tu mente rondaba la muerte suspendida.
Cien fantasmas cronómetros aún te aplastan.
¡Cuánto te costó que el sueño tembloroso
cayera en leve sombra por tus ojos!
Hoy ya no te llueves y ahora te iluminas,
Hoy ya no te llueves y ahora te iluminas,
te esponjas de un anhelo de futuro.
Ahora una luz se te hace alfiler en la carne
Ahora una luz se te hace alfiler en la carne
y se une con tu savia para hacerla sangre y llama.
¡Vive tú, manantial de versos!
Pepe Martín
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