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Le has puesto a mi corazón tan bellas notas
que tal vez sea una pena que se hunda.
Quisiera que esta noche fuera
desgarradoramente idéntica a las otras;
pero en ésta tengo huecos
de vértigos inimaginables y dolidos,
palpando tus silencios cómplices,
rodeando tu vacío descompuesto,
grabando el eco de mi voz
por las paredes de mi yo inocente
con los labios mudos invadidos de niebla
entregando su mordida a los tizones.
Puedes leer en cada desconchón de mi alma un libro,
en cada sombra mi dolor grabado,
es la historia de mi destino y muerte,
porque sin ti estoy deshabitado, amor,
¡te sobrevivo!
No me pongas en tus ojos perlas de rutina
ni por tus labios excusas que oculten veneno.
No me des conciertos de violines y esquilones.
Ya ves que el amor se hizo otoño
y se le caen las primeras máscaras.
Pepe Martín
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