halcón en el aire suspendido, vigilante,
con su mirada irradiada en sentimientos
cuando sobrevivías bebiendo tu invicta amargura
con el alma llena de noche.
Quien te iba a ti a decir:
Quien te iba a ti a decir:
que una mujer de mundo tuviera
en su pecho unos labios tan secos,
una ilusión tan presta a nacer,
unos oídos tan delicados y despiertos.
Quien te iba a ti a decir:que tu corazón
Quien te iba a ti a decir:que tu corazón
era un impulso redondo siempre insatisfecho,
que tus alas se harían unas con la niebla
y tu aire violines y susurros.
Quien te iba a ti a decir:
Quien te iba a ti a decir:
que tu alma era una niña
chapoteando armónicos sueños
dispuesta a disfrazarse
y mancharse con el pijama de la vida,
que tus ojos se abrieran tan hambrientos
ante un rayo de luz versificado.
Quien te iba a ti a decir:
Quien te iba a ti a decir:
que te verías en el estanque de un poema
temblando entre sus aguas
para observarte temblando en sus ondas
concéntricas y deshechas, cada vez más distantes.
Pero yo no soy yo que voy a mis espaldas
Pero yo no soy yo que voy a mis espaldas
y me duele lo que sale por mi boca
para ser en tu espalda una carga.
Sabes que soy canario que canto mis penas
y que en mi espacio inevitablemente
se encontraron nuestros gritos
que, dúo en acorde, juegan peligrosamente
poniéndole zócalos dorados a nuestro cielo.
Porque yo no soy tan yo y acaricio tu paz
Porque yo no soy tan yo y acaricio tu paz
causándole tormento a tu corazón,
en mí, inevitable, y en ti doloroso.
Sé que no han de sentir las carnes el calor de los ojos,
la tuya y la mía quedarán como aves sin alas bajo tierra.
Sólo la palabras ascenderán a nuestras lunas.
Pepe Martín
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