prohibida, por mis carnes,
que me da la vida,
impónmela para que sienta
tu luz por mi venas.
Deja tus uñas mutarse garras
hasta que puedan escribir con mi sangre,
tinta de pasión.
Tú tu instinto,
Tú tu instinto,
tú serpiente humana,
envolvente hija del tacto.
Rastrea mis senos
desde mi ombligo,
deprédame los pajarillos
que anidan en sus cúpulas.
Tú, tú nudo gordiano
Tú, tú nudo gordiano
de la naturaleza,
átate a mi como yo lo hago a ti.
Deja que la fogosidad de los sexos
Deja que la fogosidad de los sexos
se devoren en aquelarre
místico y pecaminoso.
Quiero que me hagas sufrir
Quiero que me hagas sufrir
como un caracol demoníaco.
Quiero que me erectes
las células una a una
hasta que veas olas
en el mar de mi vientre.
Deja que tu tacto sienta mis degluciones
Deja que tu tacto sienta mis degluciones
apremiantes de deseo.
Siéntete comido por la suave carne
que me cubre el hueso
entre ondulaciones
de seda cálida y húmeda.
Quiero que tu lengua vífida
Quiero que tu lengua vífida
se beba la humedad de mis labios.
y que veas la mía hambrienta escapar
de entres las piedras de mis dientes
para depredarte a poquitos.
Ven a robarme
Ven a robarme
cada llama de deseo
y deglúteme con los ojos idos.
Siente mi aliento fogueado
Siente mi aliento fogueado
de pobre bestia en celo
y el gong, gong
de la manzana roja de mi entrañas
que te ofrezco tentadora.
¡Te amo loco mío!
¡Te amo loco mío!
¡mi enfermedad y mi cielo!
Pepe Martín.
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