como lengua de fuego retoñas de ti misma,
te filtras por tus poros y, como fuego fatuo,
juegas con las estrellas.
Se fue tu voz de visita por tus labios
Se fue tu voz de visita por tus labios
para obsequiarme su recitar oracionero
y como un alba los llenó, como una ola latente,
del alba de tu amor.
Ya ves que he revivido tus recuerdos y mis sueños,
Ya ves que he revivido tus recuerdos y mis sueños,
círculos de soledad y penumbras de olvido.
Te amé, nos amamos, se creció nuestra espuma
Te amé, nos amamos, se creció nuestra espuma
como un plomo disuelto sediento de ingles.
Te levanté desnuda, de amor obscena,
desangrando luminarias mientras
el ansia de amarnos brotó a borbotones.
Abrí los abanicos de tus ojos
y enajenaste mi sangre con tus rutilas rojas.
Ya ves que he revivido tus recuerdos y mis sueños,
Ya ves que he revivido tus recuerdos y mis sueños,
círculos de soledad y penumbras de olvido.
Ya no me ves dormido de diamantes,
Ya no me ves dormido de diamantes,
tu iris interior, detrás del cristal,
no da la fuente de tus sueños,
ni en su marco invisible tiembla su mercurio.
Un sarampión en la piel me enllama y eunuca,
Un sarampión en la piel me enllama y eunuca,
deseo de metal que a mi pasión desorbita.
Ya no da sus velos tu fuente enamorada
de deseos, caricias, pasiones y llantos,
de sueños y besos, de peces en el agua,
ni se ata y se rompe,
ni se muerde los labios de urgencia amorosa.
No volverá el suspiro ni la pálida luna,
No volverá el suspiro ni la pálida luna,
ni el jaspe transparente de la duna tranquila.
Pero aquél instante tierno…
¡no lo olvidaré nunca!
Por él sé cómo se inflama el alma
con un tiro de placer en la nuca.
Pepe Martín
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