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Me dejaste con la mente en derribo
Me dejaste con la mente en derribo
y la frente espinada,
y ahora por las esclusas del mundo
crucificado me muevo.
Te diré que para adorarte no hay fatiga
a pesar del terrible jadear del tiempo.
el año con su apremio la piel muda
y su desnudo viste en otro nuevo.
Tu primavera tirará su chal verde
por las ramas invernales de mi cuerpo.
Y yo, con mi gran amor detrás,
Y yo, con mi gran amor detrás,
bañado en sus astros y luceros,
tengo la tierra en mi cintura,
la cabeza entre las brumas y mis pies en el océano,
por más que me agrando y me agrando
no puedo alcanzar a verte, ¡no puedo!
Pero siento que de mi se lleva tu corriente
mi savia roja apremiada por tu viento,
porque eres el aire jadeante de mi esquina
y yo sin él soy fuego muerto.
Si este latir de mar es susurro en tu garganta,
Si este latir de mar es susurro en tu garganta,
inevitablemente yo soy tu eco,
Este mar de cóncavos añiles
se corona en sus crestas el coral de mis huesos.
Ay, mi amor perdido
Ay, mi amor perdido
en la extensión de tu sonrisa que no encuentro,
tu vida me apagó su rostro y vivo a tientas,
seguro que no se enciende, cuando estoy muerto.
Te arrullo en el aire lejano
Te arrullo en el aire lejano
de mi deseo ciego.
Y muerdo mi arrogancia, podo mis instintos,
me seduzco contigo y mi empuje destemplo.
Por tu ida caí de mi espíritu
a donde la nada me está cubriendo,
y al menos quiero ser hallado en tu alma
porque esté perdido en los valles de tu cuerpo
pulsando ese secreto amoroso
que los dos sabemos.
Pepe Martín.
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