saltémonos los pretéritos iniciales de lo nuestro,
rebobinemos su hilo antes de que llegue al desgaste,
desinventemos derribos decrépitos
y parapetémonos en andamios de flores de ultramar
desde donde veamos pasar la distancia
en su ataúd de hielo camino del olvido.
Déjame contarte un poema vivo,
Déjame contarte un poema vivo,
que te lo envuelva en el éter
para que te lo entregue en el alma.
¿Acaso ha de depredar el cielo
la lírica que le inspiras a mi mano?
Deja que te ofrende este sentimiento
que arraiga en mi vida
y que la distancia no deja crecer,
sentimiento que de insatisfecho
estrangula al alma como pitón.
Y tú, tachóname de oro con tu palabra fértil,
Y tú, tachóname de oro con tu palabra fértil,
hecha su cisco en mi pecho, copa de bronce
donde mi corazón es la brasa.
Tú eres mi relámpago,
la sirena que me tiene arrobado a su canto,
la blanca y transparente esfera
que yo interpreto como labios,
la grandiosa ola que en el aire rueda
derramándome sus palabras.
Eres el fénix que cada noche me llega
Eres el fénix que cada noche me llega
atravesando lluvias sin apagar su fuego,
eres la flor que se me abre aurora
en el corazón azul de un mar oleado,
cuyo cáliz es un e-mail en verso
y que me trae el ensueño confinado
tras la reja de tu boca,
iluminado desde las felpas ilustradas de tu mente.
Tu palabra es el talismán de este amante
Tu palabra es el talismán de este amante
que cuelga en los abismos,
el embrujo pálido que escarcha mis sendas,
corcel desbocado y herido
por la fusta apática de la distancia,
verdad de indeciso vuelo prendida en el aire
como ave de vida de plumas en iris
cuya narcótica honda precede a mi vida,
palabras que incuban la dicha dentro de mi casa
donde saboreo su copa de delirios.
Ven mujer, veamos pasar la distancia
Ven mujer, veamos pasar la distancia
en su ataúd de hielo camino al olvido.
Pepe Martín.
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