En tu colcha de estrellas soñarás mejor,
pues ella te aguarda al otro extremo como una luna.
Tus dedos amorosos, como pájaros tiernos,
Tus dedos amorosos, como pájaros tiernos,
picotean alfabetos mudos en clave.
Tus palabras tecleadas pesan más
que el aliento versado que cruza los dientes
aunque le falta el aroma que se le engarza en los labios.
Esta noche sería triste sin ti,
Esta noche sería triste sin ti,
tu alma tiene la desnudez del manantial,
esta lluvia se me antoja tu cabellera musical suavísima,
el lino de tus cabellos mojados.
¡Ven! reunámonos en la distancia, amor,
¡Ven! reunámonos en la distancia, amor,
que sin ti viven en mi abundantes martirios.
Apresta tus alas a volar la vida plena por el éter,
trochemos por los senderos pisados por los dioses
aunque brindemos la amargura de su vino de distancias.
¡Oh, el lento beso peregrino en el aire!
¡Oh, el lento beso peregrino en el aire!
cautivo desatado en tu boca en la noche
que viaja buscando su libertad en la sed de la mía.
Escucha: nuestros pechos son ramas
Escucha: nuestros pechos son ramas
de donde penden como frutos los deseos desesperados,
son como caracolas donde se oyen respiraciones gigantes
de oleaje constante inundando su arena,
y en su aliento entrecortado
viene el adagio apremiante
de tu entrega y mi pasión.
Ya ves que cada mañana te canto mi celo
Ya ves que cada mañana te canto mi celo
como el negro mirlo enamorado de su aurora,
aporto a tu luz mi violines
en este nuevo prado de celo electrónico,
Mi llaga de amor se florece en tus manos.
Hasta ahora sembrabas una rosa en cada estrella,
desde ahora serán amapolas,
la sangre de un hombre
de la que tú eres dueña.
¡Ven! reunámonos en las farolas del éter,
¡Ven! reunámonos en las farolas del éter,
porque sin ti me acuchillan abundantes martirios!
Pepe Martín
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