viernes, 27 de julio de 2007

EL APAÑADO


Llegan como un "imei" hecho relámpago
desde el cielo los violines de tu visita,
con su chispa han provocado
un incendio melódico en mi pecho.

Ordené los estantes de mi mente,
pulí los espejos de mi alma,
puse tus flores preferidas en mi corazón
y planché las sábanas de mi sexo.

Cuanto tiempo mis ideas encuadernadas
quedaron desordenadas y en suspenso.
La oquedad de mi corazón
era un abismo infinito
sin las flores de tus caricias.
Los cristales de mi alma
estaban sucios de celos y ausencias.
Y mis sábanas raídas y aruñadas
de tanto buscar tu presencia.

Aunque mi amor emigraba a tu distancia,
el abandono de mi pecho era patende,
además era asediado por un ocupa llamado olvido.

Era tanto el vacío que dejaste
que me sobraban todas las salas
y quedé en ruinas.

La pasión de tu llegada ha sido fontanero
que ha puesto en circulación mi sangre.
He decorado las estancias
con un arco iris en forma de beso.
Les he dado calidez y ambiente
recordando el tapiz de tus brazos.
Iluminé sus paredes con candelabros y velas
y puse en nuestra mesita íntima
la luz de tus fotos y de tus ojos claros.
Sobre nuestra cama puse
mi edredón de nuevas ilusiones
y eché a lavar es de tus rachazos.

Ya ves que he cambiado mucho:
ahora guiso, lavo, plancho,
y voy a encerar los suelos
para que brillen a tu paso.

Ahora tú, pon sólo la chispa de tu visita
que yo pondré el combustible
del incendio que se avecina.

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