Se apagó mi existencia en negra noche
sin la espera de ver tu nuevo día,
mi corazón transido de su llanto
a una amarga razón, no oír tu risa.
Porque tu ausencia en mí, sólo es la muerte
del vacío tremendo de ti, ¡vida!
Y tengo un vivo enfado con la vida
sin el contacto estrecho de tu noche,
que siendo primavera siento muerte.
Sin tus rosas de amor no existe el día
y el prado de mi lecho es puro llanto
sin el canto de amor de tu risa.
En un cajón oculta está tu risa
tras el frío cristal claro y sin vida,
por tu imagen alegre vierto el llanto
en cada largo insomnio de mi noche,
y abrazado a tu imagen viene el día,
y con él, tus recuerdos y mi muerte.
¿Qué ha de ser mi amargura sino muerte?
Aguantar el sarcasmo de mi risa,
La agónica extensión que tiene el día
que hora tras hora restan a mi vida
el íntimo recuerdo de la noche
que hoy lavo en el río de mi llanto.
Ahora llamo a la muerte llanto a llanto
y te requiero viva muerte a muerte,
quiero mi amor contigo noche a noche
y acariciar el rictus de tu risa
cubierto, bajo tierra, en la otra vida,
templando nuestro amor ahora sin día.
Y en la luz venturosa de otro día
donde se pone coto al triste llanto,
fundidas boca y boca se harán vida.
Y ese beso será estoque de muerte
que a la eternidad transforma en risa
siendo aura de amor sin noche.
Que en esa noche, Dios, nos de su día,
y que tu risa alegre nuestro llanto
cambiando nuestra muerte en larga vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario