(Quien va a leer, da tres vueltas sobre sí mismo
rezando un Padre nuestro)
Padre nuestro..........
Venga a nosotros tu reino........
Perdona nuestras deudas......
Amén
(Se santigua)
Ay, San Antonio bendito...
no me hagas este feo,
ya veo que no va a cambiar
la causa de mi desvelo,
que mi negra soledad
por ti, no encuentra consuelo.
Se me han desgastao los labios
de tanto decirte rezos...
Te he pedido tan ferviente
que el corazón casi enfermo,
lo que pedí con tal ansia
me lo has mandado bien lejos.
Y tú, como que no estás
pa no ver mis sufrimientos.
Me estoy poniendo tan vista
que ya dicen por el pueblo:
-¡Esa es la que baila el santo
pidiéndole un novio bueno,
pero el Santo está más sordo
que las tapias de su huerto!-
Que a los de abajo les paso
y a los da rriba no llego.
Que si voy a vestir santos
pa que no anden en cueros.
Que si hay un par de ascuas
por debajo de este velo...
Y tú que no me haces caso
por más que te prendo incienso,
y a causa de mi fracaso
en mis sombras me emparedo.
Yo no sé por qué mis pasos
me guían hasta tu templo,
no por qué con toda el alma
te miro como a un espejo,
y a tu imagen sacrosanta,
medio calvo y medio pelo,
que me retira su rostro
aun siendo quien más venero.
Tengo las suelas gastás
y la loza de tu suelo
de tanto darle tres vueltas
rezándote un Padre Nuestro.
Que me estoy colando en casa
de ese obispo que hay ahí muerto.
Tanto rezar letanías
pa pedir un hombre bueno,
tanto sisar en la compra
pa pagárselo al velero,
y tú como el "tío los higos"...:
-Si te he visto, no me acuerdo-.
¡Que tengo una telaraña
que me pilla todo el cuerpo!
Nada me cuadra en su sitio...
doy tres vueltas porque quiero,
y tú me mandas calores
emborrizaos en deseos,
envíame el abanico
que calme mi desconsuelo,
pero no mandes al fisco
pa que tos salgan huyendo...
Que su aliento sea una rosa
que adorne sus dientes bellos,
que los quicios de su boca
sean clavel de fuego,
que sus dos brazos de cobre
me sepan subir al cielo.
Pero esto se va a acabar
como me llamo Consuelo.
(Quien lee se pone la mano en el oido)
¿Qué?...Ese yo no lo quiero...
Yo te pedí un hombre guapo,
alto, limpio y con dinero...
Y tú me has ido a mandar
al hijo del carbonero,
y me estoy hilvanando sola
a mis sábanas sin besos.
¡Pero esto se va a acabar
como me llamo Consuelo!,
te voy a volver de espaldas
como al niño de un colegio
y no te cuelgo los libros
porque es que a quí no los tengo.
rezando un Padre nuestro)
Padre nuestro..........
Venga a nosotros tu reino........
Perdona nuestras deudas......
Amén
(Se santigua)
Ay, San Antonio bendito...
no me hagas este feo,
ya veo que no va a cambiar
la causa de mi desvelo,
que mi negra soledad
por ti, no encuentra consuelo.
Se me han desgastao los labios
de tanto decirte rezos...
Te he pedido tan ferviente
que el corazón casi enfermo,
lo que pedí con tal ansia
me lo has mandado bien lejos.
Y tú, como que no estás
pa no ver mis sufrimientos.
Me estoy poniendo tan vista
que ya dicen por el pueblo:
-¡Esa es la que baila el santo
pidiéndole un novio bueno,
pero el Santo está más sordo
que las tapias de su huerto!-
Que a los de abajo les paso
y a los da rriba no llego.
Que si voy a vestir santos
pa que no anden en cueros.
Que si hay un par de ascuas
por debajo de este velo...
Y tú que no me haces caso
por más que te prendo incienso,
y a causa de mi fracaso
en mis sombras me emparedo.
Yo no sé por qué mis pasos
me guían hasta tu templo,
no por qué con toda el alma
te miro como a un espejo,
y a tu imagen sacrosanta,
medio calvo y medio pelo,
que me retira su rostro
aun siendo quien más venero.
Tengo las suelas gastás
y la loza de tu suelo
de tanto darle tres vueltas
rezándote un Padre Nuestro.
Que me estoy colando en casa
de ese obispo que hay ahí muerto.
Tanto rezar letanías
pa pedir un hombre bueno,
tanto sisar en la compra
pa pagárselo al velero,
y tú como el "tío los higos"...:
-Si te he visto, no me acuerdo-.
¡Que tengo una telaraña
que me pilla todo el cuerpo!
Nada me cuadra en su sitio...
doy tres vueltas porque quiero,
y tú me mandas calores
emborrizaos en deseos,
envíame el abanico
que calme mi desconsuelo,
pero no mandes al fisco
pa que tos salgan huyendo...
Que su aliento sea una rosa
que adorne sus dientes bellos,
que los quicios de su boca
sean clavel de fuego,
que sus dos brazos de cobre
me sepan subir al cielo.
Pero esto se va a acabar
como me llamo Consuelo.
(Quien lee se pone la mano en el oido)
¿Qué?...Ese yo no lo quiero...
Yo te pedí un hombre guapo,
alto, limpio y con dinero...
Y tú me has ido a mandar
al hijo del carbonero,
y me estoy hilvanando sola
a mis sábanas sin besos.
¡Pero esto se va a acabar
como me llamo Consuelo!,
te voy a volver de espaldas
como al niño de un colegio
y no te cuelgo los libros
porque es que a quí no los tengo.
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