Cuando no estés en mí y yo y mi tristeza estemos unidos,
alarga tus brazos en el aire y abrázame,
que tu lava no perdone,
que queme mis laderas y torso.
Despréndete sólo un poco de ti misma,
asómate a mis barandas desiertas
y pasea por el parque de mi frente.
Regresa matadora de tu espejo al que me miro
para apagar mi cuello entre susurros,
despréndete de esa pecera de remembranzas
y endúlzame la noche entre la espalda y el cuello.
Cuando no estés en mí y yo y mi tristeza estemos unidos,
aplácame esta locura del: hoy no te vi
y el gemido de mis ansias,
derriba esa lámina de aire que te aleja de mí
y fúndete en el mar de mis gritos,
haz el milagro de acompañarme en el desasosiego
para que arruine la imposible distancia
con la sensación de tu retorno,
para que mi soledad se acompañe
y se retire mi olvido.
Cuando no estés en mí y yo y mi tristeza estemos unidos
como amarillo otoño desnudado en invierno,
déjame tus hojas que se hagan mantillo en mis heladas sábanas,
haz que mis noches de distancia no sientan el hielo,
porque estoy cansado de su frío vestido.
Cuando no estés en mí y yo y mi tristeza estemos unidos,
báñame en el rocío salobre de tus labios
que le den su chirle a mi sangre
para que crea estar cuerpo en el cuerpo.
Enciéndeme el interruptor de tu presencia
e ilumina la bodega de mi pecho
donde te conservo como a un caldo fino y de solera
para beberte lento, a sorbitos,
cuando no estés en mí y yo y mi tristeza estemos unidos
alarga tus brazos en el aire y abrázame,
que tu lava no perdone,
que queme mis laderas y torso.
Despréndete sólo un poco de ti misma,
asómate a mis barandas desiertas
y pasea por el parque de mi frente.
Regresa matadora de tu espejo al que me miro
para apagar mi cuello entre susurros,
despréndete de esa pecera de remembranzas
y endúlzame la noche entre la espalda y el cuello.
Cuando no estés en mí y yo y mi tristeza estemos unidos,
aplácame esta locura del: hoy no te vi
y el gemido de mis ansias,
derriba esa lámina de aire que te aleja de mí
y fúndete en el mar de mis gritos,
haz el milagro de acompañarme en el desasosiego
para que arruine la imposible distancia
con la sensación de tu retorno,
para que mi soledad se acompañe
y se retire mi olvido.
Cuando no estés en mí y yo y mi tristeza estemos unidos
como amarillo otoño desnudado en invierno,
déjame tus hojas que se hagan mantillo en mis heladas sábanas,
haz que mis noches de distancia no sientan el hielo,
porque estoy cansado de su frío vestido.
Cuando no estés en mí y yo y mi tristeza estemos unidos,
báñame en el rocío salobre de tus labios
que le den su chirle a mi sangre
para que crea estar cuerpo en el cuerpo.
Enciéndeme el interruptor de tu presencia
e ilumina la bodega de mi pecho
donde te conservo como a un caldo fino y de solera
para beberte lento, a sorbitos,
cuando no estés en mí y yo y mi tristeza estemos unidos
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