Lloro con la razón ahora perdida,
amargado, dolido y con espanto,
quisiera que mi verso fuera un llanto
por la inocencia hoy tan mal herida.
Tengo la voz cansada y desoída,
grité pidiendo ley y no quebranto,
mi fe de hombre vino al desencanto
al ver tanta promesa no cumplida.
Sordos como una tapia, nada oímos,
la lágrima no ablanda a la fortuna...
la barriga repleta ciega al ojo.
Manchados con su sangre hoy vivimos...
tan sólo el Tercer Mundo pasa hambruna...
tan sólo el inocente queda cojo...
Pepe Martín
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