¿Por qué no?
Podría ser hoy el día que pariera mi razón,
telepática ingeniera de un credo
albañil en mi frente.
Abrir sus compuertas a mis flores
como únicamnente se abren los ojos del amante
al contemplar a quien desea.
Podría dar en parto esa palabra,
ese verbo infinitivo
que tanto me estremece.
Y en ese verbo,
cambiar imágenes y sonidos en viento,
para en ti,
ser emigrante que salta la frontera de tus ojos
y arañarme en las dulces púas del rosal de tus carnes,
para sufrir gustoso el martirio empático perfecto
de tu cáliz.
Pretendo adquirir alas sin humo,
y bucearte con aletas de plomo,
para sentirme náufrago en tus venas
y adivinarte entera ¡Mi vida!
para adivinarte.
Quisiera saber cómo tiembla tu alma,
cómo tu sangre se templa.
Para sentirte así no me valen las manos,
ni mis labios, ni mis dientes.
Necesito escafandras de amor
para hundirme en tus labores,
enhebrarme en tus hurdimbres,
atarme a tus atolones de madre,
para perderme en tus huesos
y en su fuego encenderme
emergiendo en lava,
ciego de amor, ¡mi vida!,
de tus besos mudo.
No concibo tu amor como un suspiro,
sino como pira al rojo
que afila sus uñas en mi piel,
Envuélveme en en tus hilos para ser comido
y digiéreme en tus deseos,
en anhelos mudo,
loco de versos,
ciego de ti, amor,
buzo en tu sangre.
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