La Gran Ciudad de Otto Dix.
Cuando allá la noche enciende su luz,
se pone su atuendo,
cubre con máscara de plata su cara
y se viste con toga de estrellas,
aquí se deprime en los bohíos
y sus calles se enfrían brillantes como láminas de hielo,
yo me siento pasearlas sobre los cascos cansados
de mi mula melancolía.
Cuando por allá la mustia farola se deslíe de oro
con su luz mística en el pobre rincón,
y se esconde la niña en el portal
que la oculta a la voraz chismosa,
Aquí se enciende el casino con su mano de marrón
levantando su horca cuando traga las fichas,
el ludópata dragón monta su circo y su cadalzo.
Cuando allá en la taberna se chistea entre hermanos
y se toman tres copas y una de artramuses,
Aquí suelo hacer crucigramas
y me tomo mis gemidos con gabardina
mientras veo en el derribo
la mancha que fuera grana de aquel joven reventado
por el macarra de turno.
Cuando allá el galán monta su aroma en volutas de viento
y ronda al olfato por las ventanas abiertas,
Aquí la carne se pasea tentadora por las afiladas esquinas
y el humo se risa en la cabeza del Malboro.
Degusto esta vida más serio que una vela
que ha de iluminar el túmulo que me vea fallecido
más tieso que una mojama.
Me sobrcojen los candilazos del neón en el asfalto.
Comulgo a diario con el munco de la Coca
y me siento alegre de no pisar tan hondo,
siempre hay una alegría que disfrace a una basura.
Ahora me duele el sol...¡él fue mi vida!
curo mi ropa en alconfor
y mi mente en alcohol por la pena que me ahoga.
Si no es en las antenas donde pongo mis cirios
a santa televisión,
y añoro aquel pastel con gusto a gloria y miel
jodido en esta mesa,
en la cruel ausencia de hielo, hiel y ron
y el lavado barrigón de una birra.
Sé que aquí no me encamino a ningunaparte
porque tú que eres mi norte estás lejos.
Me duelen los pasos y respiro pitos sin ti,
me falta tu oxígeno.
Mi mente emigra pasarelas sobre el penal de tu ausencia.
Una y otra vez proyecto el film de ti y de tu alegre confin
bebiendo en el manantial de tu mirada inocente,
y me siento cuarzo bañado en la ola de tu caricia pura.
Cada instante me asomo a tu recuerdo
con el asombro de un niño en su escaparate
eligiendo su regalo.
Pepe Martín.
¡Te quiero!
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