Cuando tu amor era grande,
cuando el mío era escaso,
les juré mi amor eterno
a tus espejos sagrados.
Ante el cristal de tus ojos,
por ellos iluminado,
te juré que te quería
como piadoso cristiano.
El cristal no quiere mancha,
tu espejo se puso blanco
cuando descubrió la máscara
de un sentimiento ocultado.
¡Sabías que eran mentiras
lo que tanto había jurado!
Pero tu amor era grande
y echó sospechas a un lado
no queriendo hacerse eco
de aquel amor engañado.
Lo oculto hice evidente
y mis hechos contrastados
cuando me viste con otras
paseando por tu lado.
No me importó tu cariño,
no me importó hacerte daño.
¡Mi palabra quedó en piedra
que tu espejo hizo pedazos!
Tus lágrimas fueron grietas
como las ramas de un rayo,
que rompieron en mil vidrios
tus ojos desencantados.
El xilifón de sus vidrios
mi corazón ha llamado,
sumido estaba en un mundo
de lo real alejado.
Y me he visto ante tus ojos,
tus ojos desesperados,
¡cada uno de sus vidrios
mostraba un dedo acusando!
-¡Cobarde, porqué mentías
cuando amor me habías jurado!-.
Mi mente se volvió loca,
mi corazón, desgraciado,
al ver cómo me acusaban
tus ojitos desahuciados.
Y quise recomponer
tus espejos maltratados
uniendo vidrio por vidrio
y pedazo por pedazo.
Pero les faltaba vida,
vi que les faltaba un algo...
Las grietas de un juramento
me seguían acusando,
y mil fantasmas de vidrio
me alejaban de tu lado,
palabras enmascaradas
de un sentir ajusticiado.
¡Ahora!,
cuando mi amor es tan grande,
¡Ahora!
porque tu amor es escaso.
Pepe Martín
cuando el mío era escaso,
les juré mi amor eterno
a tus espejos sagrados.
Ante el cristal de tus ojos,
por ellos iluminado,
te juré que te quería
como piadoso cristiano.
El cristal no quiere mancha,
tu espejo se puso blanco
cuando descubrió la máscara
de un sentimiento ocultado.
¡Sabías que eran mentiras
lo que tanto había jurado!
Pero tu amor era grande
y echó sospechas a un lado
no queriendo hacerse eco
de aquel amor engañado.
Lo oculto hice evidente
y mis hechos contrastados
cuando me viste con otras
paseando por tu lado.
No me importó tu cariño,
no me importó hacerte daño.
¡Mi palabra quedó en piedra
que tu espejo hizo pedazos!
Tus lágrimas fueron grietas
como las ramas de un rayo,
que rompieron en mil vidrios
tus ojos desencantados.
El xilifón de sus vidrios
mi corazón ha llamado,
sumido estaba en un mundo
de lo real alejado.
Y me he visto ante tus ojos,
tus ojos desesperados,
¡cada uno de sus vidrios
mostraba un dedo acusando!
-¡Cobarde, porqué mentías
cuando amor me habías jurado!-.
Mi mente se volvió loca,
mi corazón, desgraciado,
al ver cómo me acusaban
tus ojitos desahuciados.
Y quise recomponer
tus espejos maltratados
uniendo vidrio por vidrio
y pedazo por pedazo.
Pero les faltaba vida,
vi que les faltaba un algo...
Las grietas de un juramento
me seguían acusando,
y mil fantasmas de vidrio
me alejaban de tu lado,
palabras enmascaradas
de un sentir ajusticiado.
¡Ahora!,
cuando mi amor es tan grande,
¡Ahora!
porque tu amor es escaso.
Pepe Martín
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