La noche de tu ausencia
se pliega ante ti
como una inútil estola de luto,
se duerme en las cárdenas sierras
de mi pecho que se orlan en tu oro.
¡Es tu diadema!,
¡es tu llegada!
El luto aburrido
se baja a mis zapatos
y se encapsula en mi sombra
¡Así te vivo cada día!
Pero la soledad
¡Así te vivo cada día!
Pero la soledad
es mi pedestal oscuro,
mi mente se sumerge cada tarde
en el confín de tu crepúsculo,
porque cuando te vas,
brotan los tintes de la noche
de mis zapatos en sombra
como sierpes despiertas
hasta inundarme todo.
Y me sumerjo en su nada
para bucearla
en desesperada búsqueda
siguiendo tu estela láctea,
buscando tu llegada.
Porque el sol de mi vida
Porque el sol de mi vida
se despereza en tu alba.
Pepe Martín
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