viernes, 27 de abril de 2007

TU INCENDIO


siento a la amante inocente y pícara
que pone en juego su tela de araña
en la que me suicido placentero.

Porque tú posees el faro
que me guía a sus estrellas
en el silencio largo
donde la palabra traiciona
como ola encrespada.
Tu cabellos están como nuestro amor:
libre y suelto,
descarnado en el aire y luminoso.
Te arranqué de ellos
para que flamearan libres
y yo que te amo tanto,
vi como se incendiaba su pira,
y vi tu cuero cabelludo
como base de su incendio
con sus volutas deshiladas de niebla dorada,
niebla silenciosa donde tiemblan mis ojos
y te creen paraíso.
Son las cadenas del poniente desleídas.

Tu cabello es como el atardecer dorado,
un vino fino encendido,
jirones en el aire.

Tu cabello es un mar en la tarde
picado de oros inquietos,
la corona de mis noches,
el cofre vivo de mis besos,
el perfume del incensario
que ofrendan las náyades de tus oídos,
y el rescoldo de mi sangre.
Porque tú eres la antorcha viva
que se alza del horizonte de mi cuerpo,
y yo soy tu brea y tu brasero.

Tú posees el faro que me guía a sus estrellas
en el silencio largo donde la palabra traiciona
como ola encrespada.

Pepe Martín

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