niña del ardor ascendente, del creciente amar.
Ya siento por mi cuerpo las cruces que me clava
tu nacida primavera tras las rodillas de tus montes,
y siento letanías errantes por mi sangre en llamas
al presentir extrañamente el leve triunfo de tu fuego
porque soy tu pecador mordido en la pasión.
Me gusta cuando hierve la leche de tus pechos
Me gusta cuando hierve la leche de tus pechos
y se pungen hirientes a luchar contra los míos,
y yo me siento roble tendido y arrullado
curando el vino añejo que reposa en mis venas.
Vino y leche, sangre y agua en ardiente muesca
de consumación, ímpetu ciego que nos tienta.
La boca de un viento cálido
nos trae palomas a un mismo nido.
Me gusta si se abre el mármol de tus muslos
Me gusta si se abre el mármol de tus muslos
y despliega la planta que se cierra en tus ponientes
que torna rosa en mis amaneceres,
Quiero verla mariposa con sus alas de fuego
que despliega sus alas en actitud de entrega,
y trasplantarle el nardo de mi gustosa esencia
depositándole el beso que como araña hábil
se oculta por sus pliegues.
Siento en tu mirada el errante vuelo de tus fénix ardientes.
Pepe Martín
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