miércoles, 11 de abril de 2007

COPOS DE FUEGO

Daniel


Y me salen tus letras vestidas de fucsia
como una flor seca que me pide savia…
y me riego para ti, porque quiero ser tu tallo.
Me siento brasero de cama vacía,
me siento carne sin destino a la tuya.
Qué voy a hacer de esta pasión sentada a tu puerta.

Mis palabras son materia en tu piel,
te palpan y acarician, te enardecen y te adoran,
son como copos de fuego en tu cuerpo desnudo.
Merodean golondrinas por tus senos,
y en tu beso la noche se queda desnuda de estrellas.

Y yo, que adivino tus piernas, atado en la distancia,
como columnas de mármol rematadas por una mariposa,
me están cayendo en falta tus achuchones de fuego.

A veces me asusta tanta materia de mujer entre mis brazos
un corazón tan tierno, ardiente, complicado y amoroso.
Te sé dulce y ardiente, y eres la envoltura
que acomoda el hambre que existe entre mis piernas.

Márcame con el hierro de tus dientes aquí,
en el cuello, como a un ternero de tu dehesa,
para que puedas llamarme en propiedad tuyo.

Te sentarás a horcajadas sobre mí,
para que sintamos la intensidad de nuestros cuerpos
y hagamos de dos seres uno solo embrutecido de lujuria
para que nuestros centros intercambien sus delirios.
Elevaré mi flama hasta sentirte arco,
ola rizada que se alza para tragar su arrecife.

Quita los cuchillos de la mesa y déjala libre,
que llevo urgencia de ti y nos puede faltar sitio.
Verás tus subterráneas y palpitantes sedes
arrasadas deliciosamente.
Y que llegue luego el sueño de los justos
para pronunciar entre labios nuestros nombres.

Pepe Martín.

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