lunes, 9 de abril de 2007

CALLAR Y QUEMARSE


Aire


Callar y quemarse, ese es el castigo.

Cuando el amor llega a ser fuego, no hay quien lo apague.

Para qué quieres lamer el aire por las esquinas del tiempo.

Para qué quieres atrasar su minutero para que dé pera odiarnos.
Quédate conmigo, aquí, ahora,

que hay joyas muy brillantes que escupen a veces.
Exprime con deleite el limón de los ayes y suspiros…

Recréate en la amplitud de los silencios,
Acomoda en tu armario este cansancio
para que dure mil temporadas su tormento.

Echo en falta aquél milímetro de tu piel que no conozco,

que se dejaron mis dientes olvidado,
me falto aquél ángulo oculto,
aquél pelo trenzado y no visto,
cada beso no abierto porque era dudado.

Ahora nos duele cruelmente la piel que los extraña.

Ahora extrañamos un amor que fue un susurro
cuando se demandaba huracán.
Ahora lamemos el aire por las esquinas del tiempo
y nos sangra el vacío de la yemas por el sueño no tocado.

Deja que la pasión arrastre lo que se esconde,

tiraremos de ello como dos bueyes atados a una yunta.
Y aquella caricia que tembló, pendiente como una lágrima,
silbará en nuestro fuego calentado el corazón.
Callar y quemarse, ese es el castigo.

cuando el amor llega a ascua, no hay quien lo apague.

Pepe Martín

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