miércoles, 4 de abril de 2007

ORQUIDEA




¡Mira hombre! Tu casa no tiene puerta,
sólo tiene una ventana
donde acecha medio mundo.
Ahora las rejas de amor no son hierros,
son distancias.
Por allí ha saltado esa,
que se ha llevado tu vida.

Son palabras,
ahora resbalan sus eses,
como culebras en su cuello
que el internauta arrastra,
garra que al alma ve
directa de la gacela atrevida.

¡Mira hombre!,
¿ porqué duermes solo?,
porqué sólo duermes
en vez de sembrar tus manos
en su carne de deseos.

Un nevazo de palabras
ha bastado para agostar tu huerto,
una nevada al oído
ha hecho que tu amor
te adivine imperfecto ahora.

Era su espíritu la orquídea
que renegó de tu tronco
para crecer en el humus
de los huecos de su mente.
Por ahí robó el hurón
aquello que no creíste
que fuera tan necesario.

La mujer es una orquídea
que no precisa de tierra,
que sólo pide crecer
en humus de celestes huecos.

De nada vale la azada
para mimar su parcela,
sólo exquisita ternura
tanto fuera como dentro.

Dialoga con el espíritu
que es el dueño de su cuerpo,
y no digas nunca más:
-Ya lo sabe,
nosotros nos entendemos-.

¡Mira hombre!
¿porqué duermes solo,
sólo en la sed de tu huerto?.
La mujer tiene en su espíritu
al dueño de su corazón.
Pepe Martín

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