miércoles, 4 de abril de 2007

TRECE AMAPOLAS

Alhambra


Veo que de mí te alejas
y yo no tengo remedio,
¡úlceras tengo en mi carne
de ver que está sucediendo!

Me están huyendo las fuerzas
de vivir sin tu consuelo,
podrida tengo la sangre
de beber este veneno.

¿Qué puedo hacer con mi cruz,
no la sufriré en silencio?
¡Por los tres clavos de Cristo,
dime qué está sucediendo!

¿Se te ha “cruzao” un guaperas
y por él bebes los vientos?
¿Te ha “sembrao” cuatro rosas
en “ca” esquina de tu cuerpo?

¡Alerta, mujer, alerta!
que las está repitiendo,
mira que ese pintamonas
las saca de un cementerio.

Si antes que tú ya hubo otras
que de pena ya se han muerto…
Su oficio de “enterraor”
lo grita a los cuatro vientos…

Pero esto se va acabar
porque me lo pide el cuerpo,
ese tío me las paga
por que me incumbe este muerto.

¡Por la cruz que llevo puesta
y la que marco en el suelo!
ese ya no engaña a nadie
porque yo me lo he propuesto.

No me grites ni me llores…
porque ahora pase esto,
porque esto ya lo sabías
y no pusiste remedio.

Ahora seremos dos
los que ni vivos, ni muertos.
Sabes que cuernos no aguanto…
ahora sufre “to” en silencio.

Trece fechas le quedaron,
trece soles “pal” silencio.
trece albas, trece noches
“pa” que pasaran los hechos.

Lo llamaban por delante
el “Niño del Culo veo”
porque entrándole a los ojos
lo requemaba el deseo.

Saltó la última tapia
el día de San Eugenio.
La luna le puso plata
desvelando su misterio.

Apartó de un manotazo
las nubes que deban negro
porque se hallaba sedienta
de la sangre de aquel cuerpo.

Trece amapolas jugosas
en su pecho florecieron,
y en ellas baño su estaño,
en ellas se untó los pachos.

En el hilo de su sangre
calmaban su sed los perros,
y un martinete en la fragua
abrió su puerta de infierno.

Pepe Martín.

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